VIII Certamen de Narrativa Breve 2011

57- “Plof”. Por Ami

11 de marzo.

            -Queda usted detenido- dijo mientras le esposaba las manos a la espalda y le presionaba contra el capó del coche.

            -Pero… ¿por qué? Si yo no he hecho nada…

            -Si no has hecho nada, esto que estamos haciendo está fatal, ¿no?- dijo mirando a su compañero.

            -Fatal, fatal-respondió éste muy serio.

            -Discúlpenos caballero. Dijo el primer policía mientras le soltaba las esposas.

            -Entonces, ¿puedo irme?- preguntó temeroso.

            -No, he cambiado de opinión.- dijo esposándole de nuevo.

            El esposado se dio un golpe en la cabeza cuando lo introdujeron en el coche.

            -Eres afortunado, dicen que es señal de buena suerte golpearse la cabeza al entrar.- bromeó uno de los policías

            -Por situaciones como la de esta noche, recuerdo porque me hice policía- bromeó el primero

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Tribunal Supremo de Justicia, 16 de marzo. 

            -¿Te has enterado del tío que han pillado?

            -Sí, sí. Todo un delincuente. Menos mal que dentro de poco es el juicio. Es un peligro para la sociedad

  

Juzgado número 2, 20 de marzo.

 

            -Señores, el juicio queda pospuesto hasta el 30 de marzo. El acusado permanecerá en prisión preventiva.

 

Juzgado número 2, 30 de marzo.

 

            Lucas entró en el juzgado, todo el mundo le miraba. Era injusto. No debería estar allí… no había hecho nada…

            Se acercó al banco del acusado y tomó asiento.

            -Señoras y señores, venido de la estepa universitaria de Madrid, con toga negra, su señoría, ¡el juez Garrido!- entonó el alguacil. Una explosión de aplausos y silbidos acompañó al juez hasta el estrado.

            -En el otro lado de la sala, venido de…bueno, no importa. Vestido con traje y corbata… ¡El acusado!- esta vez, la sala permaneció en silencio.

            -Por favor, no sean ustedes tan sosos, reaccionen. A ver, a la de tres abucheen todos, ¿de acuerdo?-animó Garrido –. No les oigo.

            -De acueeeeeeerdo- concedieron los asistentes.

            -Muy bien, una, dos y ¡tres!

            La sala rompió en abucheos e insultos.

            -No ha estado mal, pero me gustaría un poco mas de desprecio y un poco menos de sorna. Venga, probemos de nuevo. Una, dos y tres.

            La sala estalló en abucheos contra el pobre Lucas que aún se preguntaba qué coño hacía aquí y quiénes eran éstos. “Es una broma de alguien”, concluyó.

            -Eso ha estado mucho mejor. Pero empecemos, nos estamos demorando-dijo el juez mirando el reloj -. A ver, ¿qué tenemos aquí?

            Se sacó las gafas del bolsillo y hojeó unos folios que tenía sobre la mesa.

            -Señoría, ¿comenzamos?- preguntó nervioso el abogado defensor, tras ver como el juez pasaba folios durante diez minutos en silencio.

            -Ah, sí, sí, disculpen. Estaba echándole un ojo al reglamento, que no soy capaz de acordarme.

            -¡Protesto!-bramó el abogado de Lucas.

            -¿Qué? ¿Protestas? ¿Qué te has creído que es esto, un juicio?- preguntó con sorna.

            -Señoría, eso es exactamente lo que es esto. Ese hombre de ahí es el acusado- dijo el fiscal señalando a Lucas.

            -Anda, mira tú que bien. Ya decía yo que ese reglamento de ahí tenía demasiadas palabras raras. Bueno, veamos. Lucas, ¿no?

            -Sí-respondió el aludido.

            -A ver, se te acusa de acatar las leyes, respetar a tu jefe, cumplir con tus objetivos, no, no puede ser…- en ese punto, el juez se trabó, bebió un poco de agua y continuó-. Se te acusa también de no fumar, de no sobrepasar el límite de velocidad… válgame Dios. ¡También has respetado tu encarcelamiento! Eres en verdad de lo peor que ha pasado por este juzgado. Bueno, seamos protocolarios, ¿cómo se declara el acusado?

            -Me declaro culpable, señoría.

            -¡Lo que faltaba! Encima se declara culpable. Si esto no me convierte en Presidente del Consejo General del Poder Judicial, nada lo hará. Te condeno a no pagar tus impuestos, a consumir drogas y a realizar trata de blancas. Además, durante tres meses, irás todas las semanas a la caja de la esquina y la atracarás. Por supuesto, para que muestres tu arrepentimiento y no vuelvas a cumplir nunca más con tu deber, te conmino a que no cumplas la condena. Se levanta la sesión.

            El juez Garrido se levantó de su asiento y, mirando al público hizo unas cuantas reverencias. Tras esto, se marchó por la puerta por la que había entrado.

            -¡Otra! ¡Otra!- clamaba la gente desde el interior de la sala.

            El juez, complaciente como era con sus fans, volvió a entrar y se dio una vuelta de honor saludando a la multitud.

            En su asiento en el banco de los acusados, Lucas no daba crédito.

            De pronto, todos los presentes fueron volatilizándose. Un cómico “plof” acompañaba su desaparición.

 

 Segundo universo a la derecha, 30 de marzo.

 

            “Plof”. Lucas apareció de repente en lo alto de un edificio, al parecer iba a suicidarse. De pronto, “plof” el edificio desapareció y en su lugar surgió un enorme toro de rodeos. Tras esto, “plof” el que desapareció fue él y de pronto, se encontró en medio de un tiroteo en Nápoles. Se acurrucó detrás del coche tras el que había aparecido y, cuando levantó la cabeza, “plof” se encontró de nuevo en el juicio. Pero había algo extraño.      

            -Preside su señoría el juez Montoya- dijo el alguacil.

            “Ese soy yo”, pensó extrañado Lucas.

            -En el banquillo de los acusados, Juan Garrido.

            Lucas reconoció ese rostro, pero no entendía nada de lo que ocurría a su alrededor. El juez que antes-¿hace un año?, ¿un segundo?, realmente no importaba- había estado a punto de condenarle por ser un buen ciudadano, ahora se encontraba a su merced. Cuando alzó su mazo, dispuesto a dictar sentencia, todo a su alrededor volvió a cambiar. “Plof”

            Lucas observó sus brazos. Bueno, lo que habían sido sus brazos. Ya no estaban. En su lugar habían aparecido un par de alas. Lucas, convertido en mariposa, sonrió, batió las alas, y todo volvió a cambiar…

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