No me gusta
el fútbol, pero entiendo que le guste a mucha gente. No estoy en contra
del fútbol ni protesto porque los demás se reúnan en torno al televisor
con una cervezas y unas patatas fritas…o con lo que sea. Tampoco estoy
en contra de que la gente disfrute en el campo viendo a sus jugadores
preferidos. Al revés, me alegra pensar que una actividad tan poco dañina
hace felices a los demás.
Incluso, sin gustarme el fútbol, no me importaría pagar un dinero extra
de mis impuestos para que quienes no tienen posibilidades puedan
adquirir una entrada subvencionada por las administraciones públicas
para no perderse los partidos de su equipo.
En fín, creo no ser un monstruo ni una persona intolerante, pero tampoco
me gusta que me tomen el pelo. Los clubes de fútbol son sociedades
anónimas y, por lo tanto, empresas para ganar dinero. ¿Por qué tengo yo
que pagarles sus inversiones para que ellos se “hinchen” a beneficios?
¿A santo de qué mi Ayuntamiento (Murica) les concede una suculenta
recalificación en la denominada Nueva Condomina, les permite que no
hagan unos accesos que inicialmente estaban previstos y les perdona que
paguen 30 millones de euros por las compensaciones legales? Eso ya me
parece una vergüenza.
Pero es que hay más. El señor Samper hace un negocio redondo con la
justificación de que, a cambio, construye un nuevo campo de fútbol.
Hasta ahí, más o menos bien. Pero una vez construído, el campo lo tiene
que mantener el Ayuntamiento, es decir, nosotros con nuestros impuestos.
Y el mantenimiento es muy costoso. Por si fuera poco la llegada y salida
de vehículos es imposible gracias a esos accesos que Samper no ha hecho
y que acabaremos haciendo los demás murcianos y los atascos son el pan
nuestro de cada día. A cambio, Samper sigue especulando con los terrenos
para hacer viviendas, hoteles y campos de golf. Es decir, engrosando sus
beneficios.
Pero no contento con eso, Samper impide que otros clubes entrenen o
jueguen en La Condomina. Solo puede hacerlo su club, el Real Murcia.
¡Cómo si fuera suyo el estadio! Y nadie le afea esta decisión.
Así es que no me gusta que me tomen el pelo y me hagan pagar las
inversiones de una sociedad anónima para que sus propietarios se
enriquezcan. Yo también he decidido crear una sociedad anónima y le pido
a los murcianos que me paguen unas pequeñas inversiones para poder
hacerme rica. ¿Estará dispuesto el señor alcalde a darme la “pasta”?.
Seguro que no. Yo no soy Samper.
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