20- La mirada de la bestia. Por Bárbara Lavestia
Siento un nudo intrincado en mis entrañas las margaritas deshojadas despojadas en el suelo y los sueños pasajeros se volaron en bandadas.
Siento un nudo intrincado en mis entrañas las margaritas deshojadas despojadas en el suelo y los sueños pasajeros se volaron en bandadas.
¡Y qué…!, si te sientes emocionalmente estafada. Eleva los ojos, descarados, al frente, y oculta el dolor que se ha desatado en la dulzura de tu mirada.
Aún recuerdo aquel día En que una cría De unicornio albino,
Caminan con lástima de pies desnudos sobre la cuna caliente de polvo Sudan en la oscuridad
Ellos lo creyeron, y se juraron amor por siempre, fidelidad hasta la muerte, hasta donde llegase unida su existencia.
Ámame, porque el reloj se detiene en cada momento que no me miras. Los minutos se transmutan en días
¡Felicidad! ¡Felicidad al peso! ¡Compre usted
Sangre brota de mis ojos lágrimas corren por mis venas quiero reír y sólo me enojo
La luz del alba fue inoportuna Cuando me iluminó
A mi no me va a pasar. Dices sin saber,
Tras el velo de tu piel flotan mis cenizas por la tarde,
Tú eres la madreselva, Que todo lo puede, Telaraña de zaguanes y ventanas,
Dos mil cinco, noviembre, Ahmed Jatib, fulguraba su niñez
Cuando pienso en ti se me escapan las palabras bordadas de metáforas.
Requiebros de medianoche angustiosa miel amarga buitres, que velais los restos