Es en estos momentos,
cuando el viento abandona las palabras
en la boca de la luna,
que puedo vestirme con la estela de niebla
que resuena entre tus ecos de despedida.
Voy tropezando, como un ciego sin bastón
con las estrellas que has dejado a la deriva,
desperdigadas por el camino,
ese mismo que me condenaste a recorrer, eterno,
destinado sin desvíos a tu recuerdo.
Es en estos momentos,
cuando el día es un exiliado en el olvido
que el tiempo me devora despacio.
Sin la luz de tus ojos,
la noche es una luciérnaga de luto.
Sin el latido de tus pestañas
mis sueños caen indefensos
ante el frío indiferente de las
realidades mundanas.
Me hace falta el calor de tu locura.
Es en estos momentos
cuando la oscuridad es una caricia
agitando el dolor de tu ausencia,
que puedo recordar el beso,
ese único que dejaste escapar entre mi alma,
antes de dejarte tentar por el vacío.
El umbral de la despedida no es su último vínculo aunque haya niebla y más niebla, y ante los cecifos, presagio de algo, no multipliques el vacío, aunque ya saltastes con ella.
Salu2. Henry.
Sibelius, ¿un sólo beso?, bueno, peor hubiese sido nada…
El Ingeniero
Navega entre continuos altos y bajos. Un saludo y suerte.
Una elegía amorosa que suena a verdadera,a como salida de la realidad ingrata, el final sobre todo salva los prosaismosque puede haber a lo largo del poema
Me ha gustado tu poema, y la última estrofa muy tierna. Suerte en el certamen.
Coincido con «El Gigante de América» en lo de los destellos. Me encanta el verso final sobretodo. Suerte en el certamen.
Tiene algunos destellos poéticos lo que le otorga algún mérito.