Me pesa, me quema, me crispa,
me adormece el susurro de la nada,
el silencio medio lleno en el vaso vacío,
la oscuridad con la luz encendida
y una pared blanca recubierta de fotografías.
La cascada, el viaje a París,
el verano del dos mil,
la postal de Venecia,
los amigos, la familia.
Y las miro.
Y miro mi rostro y muestran lo mejor de mí.
Y miro mis ojos, y esconden lo peor del mundo.
Los abuelos, las bodas de plata,
la comunión de los primos,
la nieve y los esquís,
mi foto con los reyes mayos,
y miles de recuerdos
que tan solo una chincheta soportan.
El espejo
y por fin la verdad:
una cara triste con los ojos hinchados.