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127- El roble. Por Émili

No quiero lápidas en su sepultura,
Ni ataúdes de madera,
No entregaré su cuerpo a los dioses;
La castigaron a una muerte lenta.
Abriré una zanja en Valderas,
Donde escardó y binó los majuelos,
Donde sentenciaron a su padre tras la guerra.
Será la tumba más hermosa.
La cubriré de flores,
Nacerá la hierba,
Plantaré un roble encima de ella,
Y cuando crezca, en las fiestas,
Bailaremos bajo su sombra,
Y comulgaremos con sus bellotas.
Existirá en nosotros
Como antes hemos vivido en ella.
No habrá más tristeza.
No entreguemos más cuerpos a los dioses,
No cubramos las tumbas con más piedras
No los encerremos en más tristes ataúdes,
Destinados a morir,
No anhelemos otros cielos y estrellas.
Hollamos la más hermosa,
Fundámonos con ella,
Plantemos árboles sobre las sepulturas,
Robles, nogales, avellanos, viñedos y huertas,
Comamos de sus frutos y bebamos de sus cepas;
El alma de nuestros padres vivirá en nuestras venas.
No entreguemos más cuerpos a los dioses,
Ni más almas a errar con penas.
¿Dónde las esconden? ¿Qué hacen con ellas?
El alma de nuestra madre vivirá en el roble,
Donde anidarán picamaderos y sietecolores.
Al salir de casa, la veremos altiva en la cuesta.
De noche contemplará la luna y las estrellas,
La mecerá el viento y la bañará la lluvia,
Y florecerá en primavera.
No quiero más cuerpos bajo las losas,
Ni más almas perdidas en la noche de tinieblas,
Ateridas de miedo y frío
Buscando la puerta de algún Cielo,
Pidiendo perdones a los dioses.
Las gracias y perdones, a los hombres.
No más cementerios de frías piedras;
Las piedras para las iglesias,
Los cuerpos y almas, de la tierra.

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