Era ahí en mi soledad, cuando amaba tu compañía.
Era ahí en mis noches, cuando esperaba ver tu luz.
Era ahí en tu cuerpo, cuando sólo quería estar junto a él.
Era ahí en mis lágrimas, cuando sabía que habitabas.
Era ahí en la calma, cuando quería tus locuras.
Era ahí en mi tristeza, cuando lograbas sacarme una sonrisa.
Era ahí en la espera interminable, cuando creía ver tu figura rondando en mis sueños.
Era ahí en mis pensamientos, cuando estabas y nadie sabía que existías.
Era ahí en tu voz, que sólo mis ojos comprendían.
Era ahí en tus caricias, donde quería perder la cordura.
Era ahí en la ilusión que creabas, cuando ambos sabíamos cómo terminaría todo.
Era ahí en mi nada, cuando tu todo aparecía.
Era ahí en mi felicidad, cuando sólo era por tu causa.
Era ahí en mis inviernos, cuando esperaba tu abrigo.
Era ahí en mis recuerdos, cuando intentaba borrarlos.
Era ahí en mi pedacito de cielo, que nos amábamos.
Era ahí en tu despecho, que mi corazón volvía a latir.
Era ahí, donde todo comenzó y me mostraste un final.
Era ahí, donde ya no existe nada, aún está vacío, la herida no cicatriza y el dolor se expande.
Era ahí, cuando entendí que no, y te comencé a amar.
Era ahí, cuando me aferré a ti y ya no te pude olvidar.
Era ahí, cuando me amaste y rompiste el cristal.