Siempre negado en tus fracasos
abandonado bajo mi montaña
me tumbas hasta las cimas,
sin algún posible retorno.
Abrazas el suceso de atarme a tu fondo,
al parirme me amarraste una piedra en el cuello,
me botaste al fondo de un río.
Desde aquí mi llanto que no escuchas;
pellízcame el alma,
quiero despertar del sueño de ser fantasma y no muerto.