Cerrada está la noche por un robusto negror,
que asusta a quién pasea, cerca del viejo parador.
Sollozos de honra y gloria al caminante espantan,
pues un padre desesperado, queja, llora y canta.
A qué se debe tanto espanto, curioso se preguntó,
pues no conocía la historia de la joven que murió.
Seca estaba en vida, llena para vivir,
pero no con suficiente agua que calmara su sed juvenil.
Padre del amor hermoso, escuche con tesón,
pues enamorada yo me encuentro de un tinto varón.
Que dolor siente aquel padre que desde niño cría hija,
pues parece que le sisan lo más preciado de la vida.
Rabia es lo que siente, dolor e indignación,
pues él no crece vientre, ni destina al yerno varón.
Hija del amor hermoso, piensa en mi logrado honor,
pues si lo ensucias con tu nombre, mancharé mi corazón.
Sometida a un esclavo, someterás mi condición
de quererte como padre a odiarte como varón.
Tiempo que te alejas, llévame en tu sombra
si mi padre no lo acepta tú serás mi honra.
Antes del invierno padre ya busco
un arreglo para hija, un cosido para el botón.
Casarse con rico proveedor de bienes y males, con trajes de domingo
y cuernos de pastor.
Tiempo que te alejas, llévame en tu sombra
si mi padre no lo acepta tú serás mi honra.
Noche tras noche, con atezado varón
se veía la joven casada, pero tiznada por amor.
Vástago espera, con ansia y con pavor
y teme que el hombre claro la descubra con calor,
pues hace ya dos meses que no cumple con la triste obligación,
de ser esposa hambrienta y sedienta con ficción.
Duerme bruno en su regazo y solitario en su interior,
pues su padre vino esclavo y libre se marchó.
Duerme bruno en su regazo y solitario en su interior,
aquel ángel que la joven espera y que negro es su color.
Padre calmo huye de su hija y de su honra,
imitando así al esclavo juvenil,
pues él ya no la ansía, ni la aprecia, ni la adora
ahora si que no, ya ni con sol ya ni con sombra.
Ya los ríos suenan, ya la sed ataca, pues su flujo ha engendrado un murmullo que a Dios espanta.
Cada gota cristalina comenta lo ocurrido, ya todo el mundo sabe
hasta el secreto más prohibido.
Algo debió ocurrir cuando el necio claro entró,
sonó a marido hambriento de carne y de color.
Mátese por amor, mátese sin temor o mátese por honra,
por odio que sé yo.
Miedo sintió la joven, dolor sintió su amor,
pero juntos abrazaron a la muerte que llegó.
Sollozos de honra y gloria al caminante espantan,
pues un padre desesperado, queja, llora y canta.
Quedando padre esclavo de su vida y de su honra.