Mi generador me transforma,
vehemente, en un pájaro herido,
intenso,
que revolotea y se proyecta
en el techo de mi jaula,
oscura.
Bato las piernas, los brazos,
y con mis alas enredo,
desnudo,
las sábanas con el pico.
Quiero irme a volar,
sin despertar,
lejos, muy lejos,
donde no hay ni día
ni noche,
ni nadie a quién molestar.
Quiero apagar la luz,
roja, palpitante,
que proyecta la hora y,
en un momento de ausencia,
me anuncia el fin del instante.