Perdido en el cauce del tiempo,
te debates por un semblante
aplacado tu aliento de estupor.
Cada pincelar,
de ti…
se desliza en el rostro esperando y confiando,
en la inspiración de lo todavía no hallado.
Echas un vistazo.
Y en la aproximación de tus ojos verdes,
de matices encantados,
se prenden en el alma atrapada en el cuadro,
mi alma…
que por ti volvió.
En ese instante,
la brisa anhela y envidia
el revuelo de tus manos en cada brochada,
sugiriendo un poema retratado de gesto sereno.
Pero ella llora.
Tú lo ignoras.
Ignoras su deseo de devolverte el arte.
tu arte,
De alzar los ojos hacia los tuyos,
mis ojos,
y bramar lo que le deviene de la lozanía de óleo.
Retozar con su aroma,
tu olor,
enlazando cada pincelada
con mi poema de amor.