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203- Los años de todos. Por Canada

“No me recuerden la edad,
tengo los años de todos.” Milonga del fusilado.

 

Tengo los años que me has contado,
tengo los que no me cuentas.

Me cuento las arrugas de los dedos,
los pliegues del vientre,
las laderas dormidas,
los cuellos de las ojeras,
rotas,
rellenas de venas tibias.

Tengo tus días de ayuno,
tus santos,
tusenojos quedos,
tu pasión en horas de vigilia,
tus trabajos y tus pausas,
tus niños en mis brazos,
sonajeros en mi boca,
tu olor en mis bolsillos,
el humo de tus sartenes.

En una servilleta, tu número;
en una piedra, tu nombre;
en una ola, tu espuma;
en una tarta, tus deseos.

Tengo tus años en los míos,
tus horas mezcladas con mis minutos
enzarzadas en disputas puntuales.

Sumas y restas de felicidad y desgracia
Ecuación igual a cero.

En un verano, tu ausencia;
en un otoño, tu lluvia;
en un invierno, una primavera.

A tu lado he vivido las edades de muchos,
las ideas de pocos,
las luchas de algunos.
También tus causas perdidas.

Entre mi rutina
la euforia
dejaba hueco a tus usos,
a tus hábitos tranquilos.

Alborotado e incierto mi despertar,
ajeno tú a los ruidos de mi alma.

Yo te he vivido los años que te han pasado
y ahora tengo más edad que las matemáticas,
más números que cabellos.

Como una okupa de vidas deshabitadas,
tengo más experiencias que palabras.

Tantas guerras tácitas,
tantos fuegos de paz,
celebraciones sin música…
Las trompetas siempre suenan cuando ya nadie las quiere.

Entre mi pecho y mi espalda hay violines
que veneran a los clásicos.
Yo he escuchado tus notas y las de tus padres,
porque tengo más años que todos,
porque he acaparado tus angustias
e interpretado tus sueños

Voy sumando tu tiempo a mi tiempo
y soy eternamente vieja,
y soy eternamente sabia.

No me preguntes mi edad,
porque el año en que nací es lo de menos.

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