Una marioneta, un títere, vil sombra.
Interna en aquella mano queda.
Su cuerpo es banal arenal, angosto desierto.
Ceñido está en un saco bordado por hilo de color,
color que su pupila ciega, atavía de negro.
Una marioneta, un títere, necia figura
calzada por su mano negra.
Mueve ambas comisuras pintadas de fresa,
grita, mas su voz no truena.
Son aquellos dedos,
los de la mano negra,
los que a su compás quebranta.
Los que sangrando versos rasga.
Son aquellas palabras
las que aun no ser suyas, resuenan
gimen, lloran… en la sombra de la triste figura.