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22- Mi luna. Por Inesita

Ay mi luna, luna,
qué haces ahí arriba que me observas
tan hermosa, tan siniestra.

Me sonríes o me envenenas
sea lo que fuere, es seguro que me enredas
y me embrujas con tu plateada mirada que ciega.

Siempre ahí te encuentras
en la noche fría o en la de primavera,
no importa la época
que siempre me iluminas
y con tu resplandor
mi alma elevas y me llevas
volando hacia parajes de seda y algodón,
donde el peligro acecha y las maravillas reinan

En la calidez de la noche o en la soledad de mi alma
siempre me inspiras, mi luna, tan bella
con tu encanto que a príncipes y reyes seguro has embobado
y que a mi me traes recuerdos de amores perdidos e ilusiones robadas
que renacen como nuevas cuando te miro,
como a una luz hermosa que tus rayos alimentan como el agua a una rosa

En cualquier lugar, en cualquier momento
ahí siempre te encuentro,
poderosa y majestuosa,
perversa y diabólica,
diosa de todas las estrellas
con tus guiños y elegantes triquiñuelas

Quisiera ser como tú
tan tímida y habladora,
tan simple y encantadora,
tan cruel y tan hermosa,
tan elegante y sinuosa,
tan sutil y primorosa,
tan altiva y tan esplendorosa.

Tantas cosas eres, mi luna,
tan bella y tan odiosa.
Puedo verte ahí siempre en el cielo vigorosa
y cuando el dolor me oprime, mi luna,
¡qué hago!, que al verte te envidio.

Si un rayo me dieses, mi alma correría con brío
hacia todo lo bonito y luminoso.
Mi interior se levantaría con una luz de tu rayo ardiente
y arremetería con la sangre hirviente
hacia un mundo nuevo y benevolente
donde el amor ganase la batalla
y mi luna observase toda la belleza que se merece.

Así, mi luna, me despido
con un beso que le mando a tu frente.
Ojalá pudiese dormir en tu blancura
en medio de la excelsa oscuridad
que te rodea, mi luna.

Si pudiese descansar en tu reflejo de lana
en tu suavidad de hielo y en la comodidad de tu aspecto,
en la paz de tu alma y en la tez de tu estampa,
me dormiría por siempre
en un sueño profundo y hermoso de ilusiones y amores
y no despertaría nunca
para quedarme sumida en tu blancura,
y convertirme al fin en ti, mi luna.

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