Quizás la muerte sea mejor destino
que esta sala de espera exasperada
y, gota a gota, mi alma desangrada
deslice el cuerpo hacia un nuevo camino.
Quizás ahuyente el pánico interino,
y este martirio emprenda retirada.
Despierte mi quimera abochornada
negando que el delirio me convino.
El reloj, desgarrándome el aliento,
me abate con crueldad y me vacía.
No logro combatir el sufrimiento.
Vuelvo a la realidad, amarga y fría,
castigada sin mi mejor momento.
La noche reverencia al nuevo día.