La vida vive y se esconde,
pedacito a pedacito,
en los versos y en las estrellas
al calor de las más bellas
en las noches del aura
y del destino…
Dónde cuentan sus dolores
las princesas y la rabia,
y todas las madres del mundo
despacito, despacito…
en el instante profundo
en que se cuela un deseo
y se desgarra
una sonrisa eterna
y un grito
que resbala sobre la calma
del instante perfecto
y se enternece y estalla
entre los ruidos del aire,
confundido en el poema
de los abrazos perdidos.
Trastornado, canalla,
cobarde ingrato
y marchito
y que no cesa en su empeño
de llorar y de perderse
en el vacío del alma.