Julius Fucik.
¿Cuántos golpes puede resistir un hombre sano?
se pregunta Julius en los sórdidos reductos de la Gestapo,
con una tranquilidad cuando menos heroica.
¿Por qué me habrás hecho tan fuerte viejo, vieja? se vuelve a preguntar,
pero sabe bien que no hay respuestas,
que la férrea voluntad no se pare ni se mama.
Los instrumentos de tortura le acarician salvajemente las plantas de los pies,
el rescoldito debajo de las uñas,
el sexo ensimismado,
sus lindas manos de cronista infatigable.
Así como antes los instrumentos de ternura de su compañera Gusta,
que ahora se bate entre pesadillas circulares en Ravensbruck,
le acariciaban mansamente las cutículas,
el sexo furioso y desinhibido,
las manos ásperas y fuertes como las editoriales del Rude Pravó.
Cada mañana un puño lo saluda con puntualidad alemana
y un culatazo le besa la frente ancha.
Parecen molestos por el nombre Horak
que Julius insiste en adjudicarse contra todo pronóstico,
contra todo júbilo, pero con un empeño infatigable.
¡Quieren que hable, que los denuncie a todos!
al Comité Central, a los cuadros,
a los intermediarios, a los colaboracionistas,
a los gorriones que todavía predican la esperanza de ser libres,
a los niños que se niegan a arrugar el ceño,
a los escotes que florecen al mundo con la revolución apretada entre los pechos,
a los perros que se concertan secretamente para mear los cuarteles policiales,
a todos los luchadores desde Praga hasta Moscú,
desde Espartaco hasta Lenin.
Pero él, obstinado y militante (la militancia es la forma más pura y generosa de la obstinación) prefiere llenarse la boca con versos de Jan Neruda,
hacer gárgaras con los poemas y la sangre de sus labios rotos,
y escupirles una dignidad fría a los rostros de los SS.
Se que podrán imaginarse a Julius:
Imaginen a un hombre digno,
inmensamente hermoso, jodidamente bueno.
Imaginen su ligera sombra de incerteza bajo los párpados tupidos,
sus precoses y alegres arrugas, su frente luminosa.
Imagínenlo tendido en el suelo duro y rasposo de la cárcel de Pankrác (no importa que no la conozcan, todas las cárceles se parecen), imagínenlo desfigurado y maltrecho, pero con el alma desenvuelta y volante en una Praga emancipada (no importa que no conozcan Praga, todas las ciudades libres se parecen)
¿Cómo aguantaste Julius, si la sensibilidad era tu patrimonio más hondo?
¿Como podías mientras granizaban las golpizas pensar en caderas,
en pájaros, en mujeres, en niños, en ternura, en Gusta?
¿Como podías decir patria, revolución, futuro, probablemente,
madre, padre, partido comunista, obreros fatigados?
¿Cómo podías decir esas palabras proscriptas,
mientras las torturas te adormecían bruscamente esa lucidez volcánica que valía la pena fusilar a toda costa?
Ve en paz camarada,
y ten por seguro que la tristeza nunca irá unida a tu nombre,
aunque nos permitamos adherirle la bronca, el desconcierto, el espanto, el odio.
Gracias por enseñarnos que en la vida no hay espectadores cuando el telón se levanta
y sobre todo gracias por amarnos, cuando hace falta tanto cariño para redimirnos.
Ve en paz camarada, y ten por seguro que por los siglos de los siglos,
seguiremos alertas.
Te has metido en terrenos escabrosos. ¡Te has metido! y eso es bueno para cualquier arte. Suele costarme separar mi comunión con un ideario de las obras, como tales, sobre las que el ideario se sustenta. Pero me parece sano a mi oficio dilucidar los agujeros que encuentro en tu trabajo. No quiero pensar que eres un poeta que intenta sujetar su obra de la gloria mártir de un revolucionario porque entiendo o dilucido el respeto con que tu texto ha sido escrito. En cuanto a lo formal me parece que carece de ritmo o figuras que hagan del género «poesía» el escogido para trasmitir lo que deseas. Me gusta mucho cómo has generado la dicotomía entre el amor y la tortura en la segunda estrofa, sin embargo, creo que la forma del poema no refuerza la idea. Eso y la extensión un poco redundante son los conflictos estéticos que encuentro en tu propuesta. Por lo demás un excelente trabajo. ¡Felicitaciones! y suerte en el certamen.
Luciano Arruaga, hay rumbo, falta tijera.
Mucha suerte.
El Ingeniero
Quizás no sea el poema más apropiado para concursar en un certamen, pero no creo que sea un mal poema, tiene mucho sentimiento enrevesado en los espacios
Me gustò su realismo. Suerte en el concurso.
Simplemente un mal panfleto comunista que recorre todos los tópicos y con un defecto más que grave, el utilizar un léxico sudamericano para un personaje que, se supone, fue europeo. En todo caso siento que el pobre las pasara tan «putas», pero, en todo caso, no tengo interés alguno por conocer su historia, como indica en su comentario «Trinity». Si hubiese leído a Lenin, e investigado sobre los crímenes de Stalin y del Partido Comunista con su propia gente durante la II GM, tal vez no hubiese tecleado su intento de poema.
Un texto con una vigencia absoluta que demuestra lo maligno de los gobiernos totalitarios. Sin ir más lejos,las dictaduras latinoamericanas de los setentas,en las cuales se torturó y asesinó a miles y otras experiencias más ocurridas en el mundo:Kosovo,Irak,etc
Por un lado una historia estremecedora que no deja indiferente. Me ha incitado a conocer a Julius Fucik y su historia que desconocía hasta hoy. Por otro, no lo veo en este concurso porque me parece un relato. Un saludo y suerte.
Resulta complicado elaborar un poema que trate de los ocurrido en la segunda guerra Mundial, tan complejo es que nuestro sentir, que se ahonda sin más……
Espero que os vaya bien en esta aventura literaria