Es un acto de justicia, sí,
dispendio de humanidad doliente,
heridas internas,
desdicha de hombres, mortajas en vida,
abiertos a la barbarie.
Perdón, sí,
Por los abrazos despechados,
lágrimas abandonadas en el surco,
días sin ternura,
cuencos del misterio despreciado.
Perdón, sí,
desde la desnudez del alma,
fríos retazos de la discordia,
gestos de maldición,
noches de condena,
días sin luz.
Perdón, sí,
palabras descarnadas,
golpes a la luna ensangrentada,
dichas oscurecidas,
horas sojuzgadas,
tareas esclavas.
Perdón por todos los hombres
con miradas frías,
caricias endurecidas,
borracheras asesinas,
jaulas de oro,
perlas deslumbradas.
Perdón por los hombres desesperados,
soledades encrespadas,
flores rotas,
gestos sin amor,
rutinas heridas,
besos congelados.
Perdón por todos los hombres que no conocen el verbo amar,
manos retiradas,
pesos acrecentados,
burlas a la ternura,
infidelidad alardeada,
retinas ciegas,
lapidaciones enterradas.
Y por aquellos a quienes la vida ha desheredado,
existencia marchita sin amor.
Esa es la cima.
Enséñame a ganarla,
con tus silencios y esperas,
con tus besos,
con tu mirada.