Navegamos en actos
de ese teatro al que llamamos memoria,
dramatizando, dulcificando,
añadiendo elementos a un decorado
en el que ya ni reconocemos a sus personajes,
como si fuéramos demiurgos,
no protagonistas.
Son los susurros de lo nuevo
quienes incitan
a esta brisa que nos guía,
este río que se ríe
en cada repetición irónico, “único”,
que nos lleva como a títeres
de lo que sugiere nuestra nostalgia.
Reconocernos en esa ambigua
heterogeneidad genuina,
aunque a veces queramos que nadie lo haga,
o deseemos desesperadamente que alguien
nos arranque ese disfraz
del que nos enorgullecemos.
Déjame imaginarte
leyendo estas líneas
y, aunque sea mentira,
que sea mi voz quien te las diga,
con nuestros pies chapoteando el agua,
con las manos ancladas en la piedra
de un embarcadero sin barca ni testigos,
sin este sol que desaparece cuando le da la gana,
tiñendo de plata
el aire y la arena,
húmeda, dura, densa,
inasible ante unas olas que la enajenan,
que a veces la arropan
con níveas sábanas de espuma,
o que la ahogan bajo mantos sin tallo
arrancados de un fondo de mar
alterado por llantos ingentes
que saben a sal y no saben lo que se van a encontrar
cuando salgan de tus labios
y se tropiecen con un cielo tan distinto al mío,
el de este paisaje, foto, postal o recuerdo,
pero real,
como lo fueron los míos sobre tu mejilla,
mientras alzabas los tuyos sin que nunca llegasen a la mía.
Cada uno de los folios no garabateados
caerían a unas olas que les negasen el saludo,
que borrarían sus tediosas carencias,
combinadas en su bamboleo constantemente,
sin ser constantes, sin definirse. Injustificadas.
Convenciéndolos de que ser borrados no es tan malo,
no son dignos de representar
todos estos días, semanas,
noches, meses, tardes, años, mañanas.
Es mi mundo,
no lo voy a cambiar,
me gusta con todos sus golpes, todas sus lágrimas,
todas sus contradicciones, todo su salitre,
todo su aire invisible
y todos sus cielos.
Jamás renunciaré a mi maravilloso infierno.
Aneric, me gustaron algunos versos.
El Ingeniero
Demasiado explicativo, no hay sorpresa. Un saludo y suerte.
Me gusta sobre todo el final, es lo mejor, también no puedo ignorar que hay momentos del poema en que se prosifica perdiendo el ritmo poético.
Me ha gustado el cierre.
«Es mi mundo,
no lo voy a cambiar,
me gusta con todos sus golpes, todas sus lágrimas,
todas sus contradicciones, todo su salitre,
todo su aire invisible
y todos sus cielos.
Jamás renunciaré a mi maravilloso infierno.»
Transmites de una forma natural, tus vivencias, valoro la sinceridad y frescura de tus palabras. Suerte.
Tiene algunos versos brillantes que tal vez podrían pagar por otros que redundan un poco en las ideas. Le noto cierta prisa o impulso primario a este poema. Como si el autor no quisiera hacer uso de su oficio que se intuye en lo que escribe, sino, que nos comparte el propio impulso creativo, sin mayores retoques. Eso le da frescura, pero a mi entender pierde en efectividad. Es un poema difícil de transitar de punta a punta sin sentir que uno se extravía en tangentes. Sin duda una elección estética arriesgada. Te deseo buena suerte en el certamen.
Este texto tiene carácterísticas de prosa o comunicación epistolar.En este ámbito navega sin problemas.
La poesía es un género literario que tiene reglas propias diferentes a la prosa.Una de ella es la economía del lenguaje ,otra la asociación.
La caracterizan el uso de recursos literarios tanto fónicos ,sintácticos como semánticos, por ejm.:la metáfora,la aliteración,la anáfora,el hipérbaton,la hipérbole por nombrar algunos.
“Otros vendrán. Verán lo que no vimos” (Blas de Otero).
Esta vez, yo sí lo vi previamente (u olido, en este caso). Aún así, he de agradecer la aportación, el interés en la lectura y participación, por ello, GRACIAS.
Aunque me he “especializado” en relato, no puedo decir que sienta una mayor comodidad escribiendo (o intentándolo) prosa en vez de poesía. Las necesito a las dos. Algunos dicen que me persigue la “prosa poética”, pero no creo que deba ser entendido como un defecto, ni tampoco como una virtud. No percibo la ambigüedad como un viaje de un extremo al otro, sino como un continuo.
Establecer dicotomías puede ser de utilidad, incluso más que necesario en muchas ocasiones; pero no creo en una axiomática inflexible que divida los caminos de la prosa y de la poesía. Puede que haya pecado de atrevimiento, de ingenuidad en la forma… lo admito, pero echo en falta una crítica que vaya más allá de lo obvio. Le invito a que lo haga, “señor Critico” (hay algo que me ha llamado mucho la atención… no pretendo que suene descarado, pero ¿por qué el nick sin tilde? ¿Es un asunto técnico de la web o un premeditado juego irónico?).
Huele a prosa
Suerte en el certamen