Te recuerdo infinita. Tibia y breve
como gélida escarcha en los balcones.
En tus ojos bailaban los aviones
y roncaba el invierno envuelto en nieve.
Te recuerdo en silencio. Lejos llueve
sobre el mundo al revés de estos renglones.
El desorden pulula entre intenciones
ya olvidadas, sin forma y sin relieve.
Te escapabas del alma del espanto
transformada en crepúsculo y espuma.
Te recuerdo vestida con la bruma
y un acento minúsculo. Del llanto
fantasmal de tu ausencia, las ciudades
me devuelven rencor y adversidades…