Bajo el cielo gris de Abril, escala imperfecta de tonalidades infinitas,
descansan dos almas al amparo del calor que abriga su destino,
perdidas en el inmensidad del mar que nubla nuestros sentidos.
Calma y sosiego de los rugidos de las olas en los rompientes de ese Faro
que con tanto brío anuncia desde Oriente tu llegada.
Otra noche más como un sueño te deslizas entre mis sábanas para pasear tus dedos
por el lienzo de mi espalda, mientras busco mis palabras
para expresar aquello que sólo sé decir con mi pluma.
Hoy añado a tu rostro lanza sobre el agua este canto de amor que ya no callo,
ondas temblorosas que mi piel arrastra en forma redonda y exigente.
Dedos que trenzan las caprichosas geometrías de tu torso,
pliegues de asombro a mis manos, enturbiados lunares contra la roca de mi cuerpo.
Levanta la voz y grita al viento, desgarra tu garganta
y cántame dulcemente al oído lo que no deseas callar.
Refleja tu imagen en el cristal de mi rostro,
apréndeme con estas palabras que agonizan en mis entrañas,
escucha y ve como sólo tú puedes comprender,
aquello que nunca hubo y siempre callamos,
aquesta distancia que nuestras realidades crean insalvable,
este tiempo en el que los sonidos se ahogan entre gestos y caricias,
entregadas en nuestros sueños al único servicio de nuestra compañía.
Haz de mí risa y sosiego despojando la queja de no tenerte cerca.
Tócame en silencio con el gesto de tu mirada,
porque tengo la piel dispuesta para el rito curvatura de deseo,
y de naranjas sensaciones en el albor de mi monte de Venus.
Un destino pasado repleto de incongruencias.
rebosante en este ahora que comparto
con quien me ofreció su camino para reposar mis pies,
su cielo para que me cobijara,
y sus silencios para mis eternas confesiones,
que con mis propios dedos me dispongo a grabar
línea a línea cada trazo en el lienzo de su piel.
Hoy por fin quemé los demonios del sexo y el deseo,
entre llamas azules, fugaces y oscuras las formas del poder.
Tu vástago moría y volvía a renacer,
doloroso rito de inventos y papel.
Hoy dibujé tu rostro entre mis ojos,
ondeé la bandera de tu placer,
coexistí y existí dentro del Tango del olvido.
Cegado por lo que siempre nos unió
en los silencios de nuestros sentidos,
me entrego a ti en esta noche extraña llena de magia,
y bajo la tenue luz de las velas
sacrifico nuestro pudor en el ara del amor.
Ven,… clama mi nombre entre los gemidos que
provocan mis besos al chocar con tu piel,
ahoga tus gritos entre el divino juego que Venus me provoca.
Estoy y soy Agua, Tierra, Piedra, Barro, Fuego,
incansable y caliente, raíz de la madera que adyenta tu piel.
Entibia mi piel, derriba el deseo que en variaciones
desprende el fulgor que aguarda mi vientre.
Quiero la soledad del vasto erótico de tu cuerpo
naufragando a la penumbra del único gemido, en el Golfo de Uratán.
Geometría húmeda de ríos subterráneos
atormentadas veletas del furtivo
y sagrado desenlace del roce rebelde.
Me Fuí.
Mis perniles empapados del victimismo
de nuestro inocente encuentro cargado de deseo y pasión.
Me Fui.