Nuestro tibio astro ascendió tras la cortina,
espera a ver lo que tengo preparado
para afrontar el bullicio,
nada como el silencio, de tus ojos
flotando en la penumbra de mi alma que se expande.
Entre el sueño y el soñador
te condensaste sobre las luces,
mientras me sumergía en el negro océano
Poseidón se estremecía
Con la proporción de tu mirada
se construyo el universo,
sobre un millón de colores
quisiera solo poder sentirlo.
Nuestro ímpetu degradante
acaba de alzar vuelo
por las corrientes azules
de los vientos impetuosos,
mientras pierde su color
como un ave supersónica,
nada como el silencio.
Y mi cuerpo cayó como muerto
Sobre la verde pradera
Entonces mis demonios huyeron
Como bichos, de un cadáver
Y a la luz del mediodía,
Envejecieron.
Silenciosa niña del olimpo,
tu vibras en un adagio eterno,
de tu rubor emana la frescura del edén,
tu mirada es el prisma,
por el que atravieso sin descanso
y mi nuevo cuerpo multicolor
Se pierde en el cielo blanquecino de ensueño,
sin pensarlo, sin reparos.
Sobre esta tierra encendida
sonreiré al destino,
tu solo callaras ,
nada como el silencio
para percibir la eterna melodía
del salvaje torrente, del silencio.