Qué pasó de las umbrías de álamos de mi infancia.
Adónde fueron aquellos juegos y palabras claras de amor
que me decían:
niño, cuidado, no te caigas…
Busco el aroma de esos besos de mi madre
en aquellas noches blancas,
y la risa de mi padre, tan alegre, tan cálida;
y se me diluyen sus perfumes en estas horas
de añoros y nostalgias,
donde nos duelen los años,
cuando los años se clavan
no como espinas de rosas o de ilusiones inalcanzadas,
sino como clavos fríos
de acero
de esperanzas marchitadas,
¡infantiles, sí!,
por ser un eterno niño y dejar a la muerte engañada,
burlándola, parando el tiempo
en fotografías entre geranios tiradas,
con un sol en blanco y negro esquivando nubes grises,
medio blancas,
escapadas de otras tierras,
y a aquel cielo llegadas,
para ver
desde sus alturas
el patio de una casa,
un pozo y un naranjo
y, allá detrás, la palangana,
mi bañera de niño,
mi riachuelo de juegos en los veranos de calma
donde bebían las avispas
atraídas por la parra
protectora al mediodía de las calimas saharianas
y de la abuela en su sillón
(casi siempre amodorrada)
de los calores agosteños de las tres de la tarde
dadas
cuando descansaba su cansancio,
de tantas horas en planta,
por rogar por sus pecados
pequeños,
de niña anciana,
que madrugar la hacían para la misa de alba…
Es un poema denso, aburrido y sin clase. Abusas de los conceptos copulativos. Revisa tu ortografía y las partes de la misma. Como poeta eres buen carnicero
tessa
Disiento respetuosamente del título de su poema. No lo veo como canto. Jorge Manrique por ejemplo escribió unas famosas coplas, pero ajustaba el ritmo y la rima. Sobretodo porque eran coplas. Me parece que un canto, una canción, una copla ha de guardar ese ritmo, esa rima, y establecer quizá, aunque no tiene por qué, un estribillo. Por eso lo veo más como un recuerdo. Los versos se suceden como una enorme frase, sin pausas, sin puntos, sin respiración, más parecido por tanto a la manera en que fluye un pensamiento o un recuerdo en la mente de un hombre.
Una prosa simple, llana, con algunos momentos de cierta… no sé; el testimonio y toda su nostalgia es válido:
«Busco el aroma de esos besos de mi madre
en aquellas noches blancas»
«en fotografías entre geranios tiradas,
con un sol en blanco y negro esquivando nubes grises»
«mi bañera de niño,
mi riachuelo de juegos en los veranos de calma»
Siento que lo poético de este escrito, nace y muere en el primer verso:
«Qué pasó de las umbrías de álamos de mi infancia»
Allí hay poesía; el resto es sin duda un relato escrito en verso.
Sr. Felipe, un saludo.
Pues lo jodido del asunto es que se me olvidó teclear un artículo en el primer verso. Debería ser: «Qué pasó de las umbrías de los álamos de mi infancia», en todo caso… ¡Me encanta este puñetero idioma españo!l…
Muy pobre
hay una mezcla de relato y poesia que no me agrada
saludos
Nostalgia mucha, pero el texto no me trasmite emociones sino situaciones.
Saludos
El fondo del poema es bueno, rezuma nostalgia, y tiene imágenes evocadoras. Pero creo que ganaría fluidez no forzando tanto las rimas.
Suerte
Me ha pasado con la rima lo mismo que a Juanola. Esa asonancia en los pares, como en un romance, no me parece la más adecuada. Los versos que más me gustan son «donde nos duelen los años,
cuando los años se clavan».
Suerte, Felipe.
Ahora entiendo sus sugerencias poéticas, las menos afortunadas por supuesto. ¡Suerte!
Creo que el tema del poema es bueno, pero me parece muy denso.
Suerte.
Me he perdido entre tantas palabras.,A veces es mejor sólo insinuar
¡Antístenes!, cuánto tiempo … le he reconocido gracias a sus sarcásticos comentarios jaja, que hacen rabiar a los noveles y “consagrados” poetas. Le invito a que visite mi hogar, nº 62, para intercambiar cuatro impresiones e igual le ofrezco un cafetito (pero ¿dónde se mete?, sin duda aún tiene tiempo de dar una segunda vuelta e igual en esta ocasión, reforzar algo de lo bueno de los poetas de este foro que sin duda lo tenemos, al menos por el mero hecho de intertar serlo). En cuanto a su poema, ¿qué de bueno reforzaría yo? pues que me parece dulce (quién lo diría jaja), tiene la dulzura del niño hombre, que resurge y añora, porqué no, al niño que, con algo de fortuna, jamás abandonaremos en nuestro caminar y que puede perdurar al «frío acero» de las ilusiones que jamás llegaron a ser, pero que quizás, se transformen en otras, que permitan la libertad de nuestros años, ya adultos, pero sin duda igual de intensas, pues todo en esta vida es «según el color, del cristal con que se mira». Un dulce retal de su vida, que huele a ropa recién lavada, tendida al sol de los recuerdos. Saludos cordiales.