Comentaristas destacados

del  VII Certamen  de Narrativa Breve 2010

 

LUC

Leer relato  23- Postal desde Alejandría. Por Luc

 

Rafael Borrás ha destacado por sus comentarios centrados exclusivamente en los textos, haciendo siempre un análisis breve pero ajustado de sus impresiones. En un tono amable ha dejando claro su punto de vista tanto en lo positivo como puntualizando lo que podría mejorarse según su criterio.

Os dejamos dos enlaces a sus comentarios, en los que puede leerse en el primero su capacidad de análisis y en el segundo su visión sobre la dificultad de comentar y el propósito que le ha guiado como comentarista.

https://www.canal-literatura.com/7certamen/?p=349&cpage=1#comment-699

https://www.canal-literatura.com/7certamen/?p=577&cpage=1#comment-1493

 

Rafael Borrás

 

  • ¿Quién es LUC?

 

- Detrás de “Luc” se camufla Rafael Borrás (ningún parentesco con la presidente del jurado), un farmacéutico valenciano que vive en San Antonio de Benagéber y trabaja en Llíria, cerca de la capital, básicamente empeñado en llegar al final del día sin haber envenenado a nadie. El resto de lo que pueda suceder le parecen nimiedades.

 

       ¿Cómo conoció este certamen?

- Cada tanto me llega un correo del blog “El desván de la memoria” (soy de la camarilla) con la programación de concursos. Nunca se les pasa esta convocatoria.

 

  • ¿Por qué decidió concursar?

- La familia y los amigos suelen ser de normal benevolentes cuando de juzgar mis textos se trata. Y yo se lo agradezco atormentándolos solo muy de tarde en tarde con la parte más aventurada de mi imaginación. Pero para no convertirte en cuatro días en un pavo real, uno debe, de vez en cuando, calzarse las botas, la mochila y un machete de folios y meterse en la selva a cazar opiniones imparciales. Si sales ileso o solo con algún rasguño, date con un canto en los dientes.

 

  • ¿Qué relación tiene con Internet?

 

- Si yo contara en mi sector profesional que no utilizo Internet me mirarían como si acabara de bajar de un platillo volante. No voy a descubrir aquí y ahora que es una herramienta inestimable en cualquier ámbito científico, técnico o literario. En este último caso a cada año en mayor medida como fuente de documentación e intercambio de material. Pero en mi quehacer cotidiano el asunto no pasa de ahí. Si, por ejemplo, entro en Tuenti o en Facebook, noto cómo se me descacharra la brújula por segundos.

 

  • ¿Tiene algún porqué ese seudónimo?

 

- La noche que mandé el primer texto a un certamen acababa de ver la película “French kiss” de L. Kasdan. Necesitaba un seudónimo. El personaje de Kevin Kline se llama así, Luc, uno de esos tipos tan descarado, vividor y simpático como en ocasiones nos gustaría ser pero casi nunca podemos. Le copié el nombre sin que se enterara. No creo que le importe.

 

  • Ha  visitado muchos de los relatos participantes. ¿Por qué decidió leerlos? ¿O fue algo que surgió poco a poco?

 

- Mi escaso ocio lo ocupan la bicicleta o las lecturas. Tras mandar mi relato decidí dedicarlo casi exclusivamente a ir leyendo y comentando los trabajos presentados. ¿Que por qué? Es una cuestión de justa reciprocidad. Si pretendo con mi cuento cazar voluntades ajenas, la mía debe también estar disponible para ser cazada de buen grado. Empecé a leerlos todos, del primero en adelante, pero en algunos, pocos, no fui capaz de llegar a la mitad: o no los entendía o me superaban. En los que leí enteros, si sospechaba que no tenía nada coherente que exponer prefería callarme. Y si por fin redactaba un comentario lo diseñaba casi como un pequeño microrrelato. Unas veces lo conseguía, pero reconozco que otras no. Francamente, ciertas intervenciones mías ahora me parecen auténticos ripios.

 

  • Muchos concursantes le han reconocido como un comentarista agudo y  cercano. ¿Qué imagen cree que ha dejado entre sus compañeros?

 

- Habría que ir a preguntárselo a ellos y, la verdad, no creo que lo merezca. Por aquí han ido surgiendo un nutrido grupo de comentaristas espontáneos, en un extremo los de lenguaje apretado y duro como un hueso, y en el otro los que tal vez se escoraban hacia la puntualización cordial. Todos válidos. Y alguno formidable, de olfato fino, excelente prosa y frases detonantes. En cuanto a mí, por puro temperamento no me tira nada poner al prójimo a caer de un burro o empujarlo hacia el ridículo. Y me aburre mortalmente el canibalismo crítico, tan de moda (me parece, encima, una ordinariez y una pérdida de tiempo). Mejor compartir lo poco que se sabe; y si eso es ser cercano, pues lo será.

 

  • ¿Qué parte de nosotros dejamos a través de los comentarios?

 

- Más de lo que suponemos y, a veces, deseáramos y menos de lo que los intuitivos irredentos creen vislumbrar. El subconsciente es un traidor inmoral y por ahí los hay (y “las” hay) de muy sagaces.

 

  • ¿Qué ha sentido ante los comentarios a su relato?

 

- No conozco a ningún congénere de la tecla que no se sienta dichoso por disponer de un número de lectores a los que ofrecer sus textos y que luego los lean (el Nirvana se alcanza cuando una editorial los publica). El mío lo han leído al menos unas treinta personas, así que el otro día me comí una paella mayúscula a la salud de mis pacientes lectores, a los que me hubiera gustado invitar uno a uno como agradecimiento. El cariz de los comentarios es lo de menos, aunque no me puedo quejar: soy consciente de que el cuento posee sus abolladuras y descosidos, y el último que los percibe suele ser el autor.

 

  • ¿Para qué cree que sirven este tipo de certámenes?

 

- Pienso que atreverse con la ficción escrita es una aventura en la que, poco a poco, se va adquiriendo el oficio para sacar en cada historia la pepita de oro que quien más quien menos lleva dentro (aunque lo ignore), para descubrir lo mejor o lo más atrevido de uno mismo. Incluso con un talento de andar por casa, a la hora de mandar el texto a un certamen es inevitable un mayor rigor en la concepción del tema y un esmero en la escritura que jamás se aplica si se escribe para luego leerlo en la intimidad, cara a la estatuilla del Buda feliz que nos sonríe desde la estantería, o en el cumpleaños del sobrino. Entre el brillo de la pepita o la sonrisa del Buda, este tipo de certámenes nos enseña el camino hacia lo primero. Pero, ojo, todo lo valioso tarda en aprenderse. Nada de prisas.

 

  • ¿Qué le impulsa a escribir y a leer?

 

- La lectura es la única academia del escritor, por supuesto. Y, además, sin leer se vive a medias. O no se vive realmente. Así que leo desde la infancia hasta las pintadas de los muros. En cuanto a la escritura, nadie me ha asegurado hasta ahora que tener el alma novelera sea ni dolencia grave ni delito penal. Cuando escribo ante todo me divierto; me gusta transformar los hechos verídicos en imaginarios sin que pierdan los grumos de realidad. Tal vez ser escritor consiste en convertir eso en un estilo de vida que, a la vez, te sirva de inspiración. Me dejo seducir sin resistencia por las peripecias de mis personajes, y por ellos mismos, y por el placer de contar con palabras la alegría o el miedo o episodios con lo más sorprendente y misterioso de la vida humana. O eso, al menos, es lo que intento.

 

  • ¿Volvería a repetir la experiencia?

 

- Como soy inmune al desaliento, supongo que sí. El año que viene a la misma hora, ¿no? Será una buena idea cambiar de nick.

 

  • ¿Qué opina de los relatos finalistas?

 

- La calidad que se le otorgue a cualquier texto literario es, por definición, subjetiva, y por mi formación soy de los menos indicados para valorar la idoneidad de una lista. De todas formas, me estiraré con una última opinión: creo que son todos los que están, sin duda, pero no están todos los que son. Acotar a solo diez los finalistas tiene esa servidumbre. Pero son las reglas y punto. La triste realidad es que una buena proporción de lo que se pone a la venta en las librerías está escrito de cualquier modo, pura mercancía, y se lanza como si fueran canciones del verano. En cambio, muchas de las historias que he leído y comentado en este certamen son un desafío voluntarioso, encomiable, casi heroico viniendo de escritores aficionados y de horas de esfuerzo y renuncias, con un vuelo superior al de ciertos “best sellers”. Y alguna de ellas un regalo para la inteligencia y una caricia para la sensibilidad. 

 

 

      Lo que quiera añadir

 

- Me limitaré a felicitar a Canal Literatura por este certamen anual, un certamen que es como una ventana a la imaginación que abrimos allá por la primavera espesa y lluviosa y que se ha prolongado hasta el tórrido verano. Aunque la invisibilidad del escritor no es un logro sino una condición natural, me lo he pasado muy bien poniéndole la cara y los detalles personales a mi nick. Gracias por permitírmelo. Lo más importante: enhorabuena a todos y cada uno de los participantes, sin excepción. Y, repito: “El año que viene a la misma hora” (esto también es el título de una película).

 

 

         © Asociación Canal Literatura 2010