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LA PLANTA MÁGICA |
por Coscobil Fernández
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Supongo que muchas de las maravillosas historias que oímos contar empiezan como la que voy a relatar y luego cada uno le pone un poquito más hasta que se convierte en algo sobrenatural. Yo me limitaré a contar las cosas tal y como sucedieron. Mi amiga María, era el ser más extraordinario que os podéis imaginar. Era guapísima, de piel morena, con unos ojos color miel extraordinarios, alta, delgada simpatiquísima, con una alegría tremenda (a pesar de que su vida fue un camino de espinas) y con un desprendimiento tremendo para ayudar a todos los que se le acercaban. Como podéis ver era toda una joya. Pero eso no es todo, porque además tenía algo muy “especial”. Yo siempre he sido una persona muy reacia a creer e incluso a escuchar “historias” de esoterismo. Un día invitaron a mi hijo al cumpleaños de un compañero de clase. Fui a recogerlo al final de la tarde y me encontré que la fiesta estaba muy animada y con un montón de padres, me invitaron a quedarme y acepté rápidamente pues me animó mucho ver que se lo estaban pasando fenomenalmente bien. Los padres del niño me fueron presentando a todos y cuando me presentaron a María me quedé enganchada con ella, seguí saludando a todos los demás y en cuanto pude me acerque a esa mujer que tanto me fascinó, no me costó nada hablar con ella, era como si la conociera de toda la vida. Quedamos para tomar un café al día siguiente y así empezó nuestra amistad. Poco a poco me fue metiendo en el mundo “de los espíritus”. Nos quedamos con ese nombre para nombrar ciertos temas porque a ella le hizo mucha gracia cuando pronunció esa palabra por primera vez y yo con un escalofrío tremendo, le dije – María. Tonterías las justas – Como os comentaba, tenía algo más. Me hizo creer en lo invisible, porque ella me daba fe de que existía, me proporcionaba tantos detalles y tantos acontecimientos de mi vida, unos pasados y otros futuros que resultaron ser todos ciertos. Los pasados, porque me sucedieron de verdad, y los futuros porque venían a mi vida tal y como ella me decía. Pero no creáis que ella le daba a eso importancia al contrario, pensaba que era natural. Era extraordinaria. Fue mi mejor amiga, estuvimos juntas muchos años, compartiendo muchas aventuras. Yo no tenía padres, ni hermanos, pero no me hacía falta, ella era quince años mayor que yo y me aconsejaba y mimaba como una madre, éramos confidentes, y cómplices como una hermana y sobre todo era una gran amiga. Mi mejor amiga, nunca tendré a nadie como ella. Un día me llamó por teléfono y me dijo – Me voy a morir - . Rápidamente le dije que ¿Qué tonterías estaba diciendo? Y como ella era mágica y “veía” el futuro, me contó una visión que tuvo donde le decían que iba a morir. Yo le quité importancia y no quise seguir hablando del tema .Nunca lo mencioné ni ella tampoco por muchas veces que estuviéramos juntas. Esa conversación la borré de mi mente. Al mes de esa llamada, me vuelve a llamar una mañana muy temprano y me pregunta si la puedo acompañar al médico que no se encuentra bien. Yo encantada la acompañé. El primer médico que la vio, ya no la dejó salir. La tuvieron ingresada dos días haciéndole pruebas. Le diagnosticaron cáncer de pulmón con metástasis en el cerebro y en el hígado. Los médicos no se explicaban como no había tenido ningún síntoma de nada. No se lo podían creer. Mi gran amiga, mi extraordinaria amiga se fue a los dos meses. Unos días antes de morir, me dijo. – Ya te advertí que me moría y no me creíste. – Si que la creí. Y fue el terror que me produjo que era cierto que se moría, lo que me hizo cerrarme y no hacerle caso cuando me lo dijo. Porque ella nunca fallaba cuando pronosticaba algún acontecimiento. También me dijo. – Acostúmbrate a caminar sola porque me voy- . Yo me abracé a ella llorando y le contesté, que yo no podría estar sin ella. Y que me iba a dejar muy sola. Entonces me dijo algo que a mi me dió y me ha dado ilusión para poder pasar los días sin su extraordinaria compañía. – No te dejaré nunca, además vas a tener noticias mías y te darás cuenta de que estoy contigo.- Me suceden a menudo muchas cosas donde veo que es verdad, que mi amiga está conmigo. Hay una muy especial. En una ocasión me regaló una planta (en mi tierra las llamamos reinas, también las llaman colocaceas) Con una maceta muy bonita. Tuve esa planta un tiempo, y se me estropeó y la tiré junto con la tierra, después con un estropajo y jabón lavé la maceta, por si tenia alguna enfermedad ya que la maceta era muy bonita quería poner otra planta y no quería que se me contagiara la nueva que iba a transplantar, plante una hiedra, que se hizo muy grande, después de tenerla unos tres años decidí llevármela a la casa de la playa ahí estuvo otros cuantos años más hasta que un temporal la destrozó completamente y la tuve que tirar, quité la tierra completamente, la maceta la dejé en un rincón, pues era muy bonita y grande y un día por otro no encontraba una planta que me gustara para ella. La maceta estuvo vacía otros tantos años. Al poco tiempo de morir María, sin saber como, me acerco a esa maceta que ella me regaló, y que estaba vacía hacía un montón de tiempo, yo no le hacía ni caso y veo en el fondo de la maceta como una ramita verde, era de un verde precioso, voy a cojerla preguntándome de donde se había caído y mi sorpresa fue que estaba agarrada al barro de la maceta, yo la dejé y a la semana vi perfectamente la forma de una hoja de una Reina. Mi corazón experimentó una emoción tan tremenda que enseguida me di cuenta de que Mi amiga estaba conmigo. A los pocos días una amiga me cuenta muy apurada que su matrimonio va fatal y que ya no sabe que hacer pues su marido le ha pedido la separación y ella lo quiere con locura. En ese momento me viene a la mente la planta, le digo que tengo una planta muy bonita que se la quiero regalar. Ella me sonríe y me dice.- Bueno por lo menos cuando mi marido se marche, tendré algo que cuidar.- Me contó que su marido se quedó encantado al ver la planta y…. bueno siguen juntos y ya hace de esto 5 años. ¿Tuvo algo que ver la Plantita? Yo seguí mirando mi maceta por si nacía una nueva planta, al ver que pasaban los días y los días, me olvidé de ella. Al año siguiente, me pasó exactamente igual, sin saber como, mis pasos me condujeron a la maceta, y ahí estaba, brotando, muy pequeñita pero preciosa como ninguna. A los pocos días me encontré con un chico, que hacía mucho tiempo que no le veía y al preguntarle, como le iba la vida, muy triste, me contó que tuvieron un accidente de moto su mujer y él y que todos los médicos le decían que su mujer no podría caminar y que su futuro sería una silla de ruedas. Yo sin saber por qué, le dije.- Te voy a regalar una planta muy bonita para tu mujer.- Conforme iba diciendo ésta frase me sentía ridícula y creo que el también pensó lo mismo a juzgar por la cara con que me miró. Parece ser, que a su mujer la planta le hizo mucha ilusión. Al poco tiempo, tuvieron conocimiento de un médico cirujano alemán, que es único en el mundo por las operaciones que realiza, vino a España y la intervención fue presenciada por médicos de todo el País. Hoy ésta chica camina estupendamente. ¿Tendrá algo que ver la plantita? Después ha brotado unas tres o cuatro veces. Siempre la he regado después a la primera persona que estaba pasando por alguna situación difícil. Hacia mucho tiempo que no había brotado casi cuatro años y el otro día mis pasos me condujeron a mí maceta y ¡Ahí estaba! En esta ocasión me adelanté a los acontecimientos. Al ver la plantita, no esperé que me contara nadie nada. Al verla supe que era para mi “vecina” ¿Por qué? No lo sé. Mi vecina no me ha contado nada, no sé si tiene o no algún problema pero en ésta ocasión, dije ¡María ésta es para mi vecina! No sé si te concederá lo que tú deseas. Para mí es una planta mágica. Regalándotela pretendo que todo en tú vida sea mágico y bello. Recuerda, Haberlas Ahilas Sabes que yo también te quiero.
Coscobil Fernández Sept-2008
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