Muy buenas, amigos.
Primero quisiera empezar alabando esta labor que altruistamente
hacéis, y
que sin duda da un empujón virtual a todo el que siente una ilusión por
las
letras.
Mi enhorabuena a todos los participantes por dejar expuesta una parte de
ellos en sus textos, a los finalistas- donde he podido recrearme con
algunos
poemas- y por supuesto a los ganadores, con el mérito añadido de ser
seleccionados por un jurado de alto nivel.
Estoy profundamente agradecido por este premio, que para mí tiene un
valor
sentimental importantísimo.
Quiero agradecer a la administración del canal literatura, al grupo de
lectura del concurso y al jurado,
que me hayan dado esta oportunidad de ser leído, que al fin y al cabo es
el
mayor premio que se otorga a un "poeta".
Ya sabemos que el mundo poético es una aventura, la mayoría de las
veces
ingrata, para el que escribe, pero es algo no pactado que enlaza la
sensibilidad del lector y el escritor para formar un hilo conductor, yo
diría- mágico-;eso es lo que hace especial a la literatura.
Esto supone, sobre todo, un querer seguir, ese nuevo impulso para esa
búsqueda eterna que, al fin y al cabo, es la poesía.
Gracias de todo corazón.
Luis Oroz Rodríguez
Primer Premio
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Bueno, pues aqui va.
Saludos y gracias a todos.
Eso de escuchar las ceremonias de entrega de premios en directo, cuando
uno mismo es parte implicada en ello, suele traer mala suerte. Es como
ir al salón de loterías y apuestas del Estado a ver cómo los niños de
San Ildefonso cantan el gordo pretendiendo que éste coincida con el
número del billete que llevas en el bolsillo. Eso nunca sucede así.
Además, no se sabe qué es peor. Si resultas elegido, parece que has ido
para buscar el elogio fácil, la palmadita cariñosa de tus compañeros y/o
amigos, o para restregárselo por la cara a algún envidiosillo, que de
todo hay en la viña del Señor; parece que quieres alimentar tu ego y
darte un baño de multitudes. Pero si tomas la decisión contraria, la de
no asistir al evento, y optas por enterarte después, cuando ya todo ha
pasado, lamentarás haber perdido una oportunidad única en tu vida.
Confieso que aquella noche no tenía ninguna esperanza de que mi
seudónimo fuera pronunciado -tecleado debería decir- por el presidente
del jurado del II Certamen “Poemas sin rostro”. Ya había sido un milagro
pasar el corte y haber quedado entre los diez finalistas, habiéndose
presentado 350 poemas a concurso. Mi soneto titulado “Poema de la
mediocridad” ya había cumplido su ciclo vital, había obtenido un
dignísimo puesto de finalista. Pero, ay, un soneto, en estos tiempos que
corren de verso libre, de prosa con tijeretazos, de todo vale, un
soneto, digo, era un lastre demasiado pesado en medio de ese puñado de
poemas privilegiados.
La competencia era muy dura, además. Mis favoritos desde el principio
eran Zyriab y SieteG, pero cualquiera de los otros siete podía también
llevarse el galardón. Mi poema, haciendo honor a su título, quedaría
seguramente clasificado en mitad de la tabla, sin pena y sin gloria, o
como diría Miguel Mihura, ni pobre ni rico, sino todo lo contrario.
Hacia las nueve entré al canal con mi nick habitual, ‘madrigal’. Preferí
emplear éste que el utilizado como seudónimo en el concurso. Lo
contrario hubiera parecido una presunción por mi parte, un llamar la
atención innecesariamente. Y en seguida comenzó la entrevista con
Vicente Gallego. Las preguntas iban sucediéndose sin prisa pero sin
pausa, y el fallo del jurado se hacía de rogar, o al menos a mí me lo
parecía. Me vino a la memoria el currículo literario que había mandado
apenas unos días antes. Bueno, más que un currículum parecía un
ridículum, porque había puesto en él demasiadas tonterías, (que si Greta
Garbo, que si las chicas del instituto... en fin, qué vergüenza) y eso
daba una imagen poco seria de mí… Pero ya estaba hecho, menos mal que la
cosa no llegaría a mayores. Alguien tenía que ser la oveja negra,
alguien tenía que poner el toque humorístico entre tanto premio y
accésit y mención especial y bla bla bla.
Y por fin el momento culminante. Con cierta solemnidad se empiezan a
anunciar los tres poemas/poetas que van a ocupar un lugar en el podio.
Tercer premio, para SieteG, por su Apunte para un poema de 60 versos.
Cantado, no me coge de sorpresa, yo mismo lo elegí hace semanas en la
votación del público. Gran poema. Merecidísimo. Nada que objetar, desde
luego. Me alegra que el jurado haya coincidido conmigo en este punto.
Casi sin dar respiro Carlos Marzal anuncia el segundo premio. Poema nº
66. Seudónimo: Flor de un día. Título: Poema de la mediocridad.
¡Ostras! El mío. Ese es mi seudónimo, mi poema, ese soy yo, saliendo de
la mediocridad, emergiendo a la superficie desde las profundidades
abisales. Y escucho -o por mejor decir, leo- las razones que el jurado
aduce para premiarlo: “En este caso, es un magnífico soneto, que
demuestra un espléndido conocimiento de la tradición y un completo
dominio de la forma". Y añaden algo así como “Tiene doble mérito, porque
hay que echarle valor para escribir sonetos en el siglo XXI”. Bufffff,
qué cosas tiene que leer uno.
No lloro. No me desmayo. No me pongo a dar saltos. Simplemente me quedo
como paralizado, perplejo. Resbalo por la silla, mientras espero el
veredicto final, el nombre del ganador absoluto. Ojalá fuese quien yo
deseo, y mi felicidad sería completa, pero no, en seguida disparan un
número, el 51, y un nombre, Seth, y un título “Ya no vuelvo a morir”.
Otro gran poema. Igualmente merecidísimo. Y además resulta que este Seth
no me es del todo desconocido, y lo encuentro agazapado, camuflado entre
la lista de usuarios conectados al canal #literatura. Lo felicito en
privado; no me contesta, quizá no esté delante de la pantalla en ese
momento.
Recibo algunas felicitaciones de conocidos que han asistido a la
ceremonia; varios de ellos también habían participado en el certamen,
aunque no habían tenido suerte. Siento un regusto extraño en los labios,
una mezcla de deber cumplido y de usurpación de una gloria que sin duda
alguien se merecía más que yo.
A los pocos minutos, recibo una llamada telefónica. Ni que hubiese
ganado el Nobel. Pero no es el rey, ni Rodríguez Zapatero, no. Es un
amigo que ya se ha enterado de lo del premio, hay que ver cómo vuelan
las noticias. A este paso, mañana salgo en primera plana en todos los
periódicos.
Juan Francisco Ballester
Palazón
Segundo Premio
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