CRECE EL “MERCADO” JUDICIAL |
Don Manuel Alonso Martínez jamás hubiera podido imaginar que en su bello y pulcro Código Civil penetraría este amasijo de sorpresas; difícilmente hubiera podido sospechar que se llegaría a introducir una reforma como la que recientemente se acaba de aprobar en el Congreso de los Diputados. Seguramente se trata de la más audaz de todas y, como hemos tenido ocasión de comprobar, la más festejada por un público fervoroso, entusiasta, arracimados y solidarios como nunca en el “gallinero” del templo legislativo, esa masa tronitonante y festiva que aplaudía con vehemencia.
Una reforma precipitada si la comparamos con las anteriores y que, por lo que se nos dice, afecta nada más y nada menos que a cuatro millones de españoles: homosexuales que podrán contraer matrimonio y que, en definitiva, algún día habrán de sumarse a esa triste ristra de litigantes que solventan sus fracasos sentimentales en los juzgados de familia. Por eso, quizá faltase en ese alborotado “gallinero” que aplaudía con desmesura la aprobación de tal reforma legislativa, un colectivo que —homo o heterosexual, eso no viene al caso— debería de ser el más favorecido económicamente por esta ley, pese a lo que digan, pese a la posibilidad que ahora se ofrece de solicitar el divorcio sin necesidad de separación previa evitando así la duplicación de gastos: los abogados y procuradores que ejercen su oficio con habitualidad en los juzgados de familia.
Parece innegable que el “mercado” judicial en esta materia ha adquirido una nutrida tropa, nuevos “consumidores”, porque, guste o no, por todos es sabido que tras estos ayuntamientos que ahora ya podrán ser matrimonios será relativamente frecuente que (no hay razón para pensar que los nuevos enlaces gocen de mejor avenencia que los matrimonios hasta ahora exclusivos entre hombre y mujer) con el tiempo, surja la ruptura afectiva y con ella, la separación y el divorcio, sucesos jurídicos éstos que, obviamente, harán que se ponga en marcha la maquinaria judicial. Una nueva ley que calma las aspiraciones de estos empecinados colectivos; pero también un legislador negligente y atropellado que no ha previsto que con este considerable aumento de potencial “clientela”, el sistema judicial, ya de por sí perezoso o saturado, se verá incapaz de solventar estos nuevos conflictos matrimoniales.
Así las cosas, resulta obvio que bajo riesgo de colapsar definitivamente el sistema judicial, el gobierno que propició tan aplaudida reforma habrá de crear más juzgados, nuevas “sucursales” para los nuevos y eventuales fracasos; especializados gabinetes psicológicos sensibilizados con estos nuevos matrimonios y su particular problemática. Reciente la aprobación nos asaltan muchas dudas, nos planteamos numerosos problemas ¿Qué criterio se seguirá para la guarda y custodia de los hijos? En los matrimonios heterosexuales era emblemática la atribución de ésta a la madre. ¿Y ahora? En fin, tantas cosas, ya se verá, ya veremos en qué quedan esos encendidos aplausos, esta fiesta en la que al final puede que acabe faltando el brindis.
José Manuel Sánchez del Águila Ballabriga. Mayo 2005.
Éste es el artículo que salió hace dos semanas en el Diario de Sevilla con el título "Crece el mercado judicial"
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