HAY MÁS DE UN ESTAMBUL: BEYAZITPor Julio Cob Tortajada |
Hemos comido en el Bósforo. Bajo el Puente de Galata.
El puente tiene dos plantas, la superior para los vehículos y la
inferior llena de restaurantes. La parte central del puente es levadiza
para los barcos de mayor calado que se adentran en el Cuerno de Oro,
entrante de mar y de más de siete kilómetros. Se le llama de Oro porque
cuando se pone el Sol, desde el alto del Café de Pierre Lopi, se observa
el dorado que cubre las aguas. Es lo que dicen los admiradores de tanta
belleza, aunque su nombre viene de la época en la que sus orillas
constituían uno de los lugares de placer de los sultanes repleto de
jardines y de palacios. |
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Una mañana observé descargar un camión
sorprendentemente cargado, por procedimientos manuales. Las fardos de
pieles, quizá de cien kilos, se depositaban sobre la espalda de un turco
quien con su andar lento y seguro, mirada al frente semejante a un
galápago, transportaba la mercancía para luego ser distribuida por las
múltiples y pequeñas fabricas ubicadas en los destartalados bajos y
sótanos de Beyazit. |
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Por la noche descubrí la parte baja de Beyazit, muy
próximo al Bósforo, donde existe entre unas pocas calles, un lugar lleno
de restaurantes, abigarrado, de gran encanto y con musiquillas suaves
donde sirven la deliciosa comida turca llena de colorido. Es la de
verduras exquisitas, de sus obligados yogures como entrante, de sus
picadillos picantes y las carnes de cordero o ternera o sus magníficos
pinchos de pollo. La fruta en Estambul es exquisita y la macedonia es la
mejor que he conocido. Y muy cerca, junto a la orilla del estrecho, los
restaurantes de pescado que ofrecen sus doradas y lubinas como auténticos
manjares. |
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