LIQUIDACIÓN POR CIERRE. |
Por Agustín Serrano. |
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Tras segundos de conquista, de inesperada y súbita conquista, los visitantes los vendieron a otras razas. Los terrícolas ya no eran dueños de nada, si es que alguna vez lo fueron.
Tó era andromediano. Su mundo era Huy-12, planeta gaseoso de la misma Andrómeda, y se encontraba presente en la subasta de especies intergalácticas. El presentador, ser abominable, sólo para él, dio comienzo al evento:
- Saludos, creaciones y creadores. Os presento a las especies que hoy vamos a subastar. La primera la tienen ante sus complejos o uniformes ojos. Proviene de un lejano planeta telúrico de simple nombre al que los Grandes han conquistado recientemente. Dado que es un mundo inservible, que van a destruir ya, sus valores están devaluados, por lo tanto, el mínimo en esta liquidación es de cien. Todos los individuos que nos han facilitado, vienen con las facultades físicas suspendidas. Éste en cuestión fue jefe de una parte de aquel planeta, una zona muy grande a la que gobernaba como plataforma de la libertad y la seguridad de las demás, que eran, de diversos modos, dirigidas indirectamente. Viene bien para recepciones o incluso para ser jefe de algún planeta producido para él. Comienza la puja. - Ciento cincuenta. – Gruñó un jerifalte de Casiopea, absorto por la maleza de sus antenas. - Doscientos. – Emitió la Caja robótica del infracosmos.
El silencio se graduó, de tal manera que ningún dato o forma de comunicación fue advertida.
- Adjudicado a la Caja robótica por doscientos. - Es lo que necesito para alzar otro imperio. – Volvió a emitir la Caja. - El segundo espécimen es de temprana creación. Famoso en aquel planeta, hizo vibrar a las masas y a las ondas de información con su vertiginosa existencia. A los mandos de un vehículo pegado a la gravedad, fue algo más rápido que los demás competidores. Con instrucción, podía servir para las carreras Luz. El valor de salida es de mil.
Los microscópicos Hindros necesitaban formar un gran cuerpo para poder ser escuchados, aunque Tó ya sabía para qué lo necesitaban.
- A la Gran Cúpula le gustará para poder salvar a sus hijas con rapidez; las princesas siguen recluidas en la estrella plana. Ofrecemos dos mil. – Dijeron, cuando la tercera fase de su transformación estaba completa. - Vuestro es por dos mil. – Zanjó el presentador, sabiendo que ninguno de los presentes daría más. – Antes de pasar a tesoros más valiosos, muestro la tercera representación orgánica de dicho sistema. Es una creadora, también joven, de perfectas proporciones en su mundo. Reactivada, con un poco de fertilizante universal, crearía a toda una civilización combinada desde el interior de su frágil cuerpo. Valor de salida de sólo diez.
Y Tó por fin se hallaba ante lo que quería. Era ésa la imagen por la que había cambiado su morfología y había viajado tantos años. Su lenguaje era sumamente lento en la temporalidad en la que estaba. Aún así, con su nueva física, pudo ser entendido.
- Ofrezco cinco mil. - No se hable más; adjudicado, y agradecidos por el negocio. Ahora pasemos a cosas más incalculables, así que, cierren sus cavidades y traten de abrirlas de uno en uno.
Pero él ya no necesitaba seguir allí. Montó en su diaspor de luz y surcó las estrellas con la subastada humana, que permanecía inerte en una bolsa invisible. El vehículo se ocultó en las sombras nada más llegar a la terrible y ventosa atmósfera de su planeta, que era observado eternamente por cientos de mundos en su cielo. Tó tomó de nuevo su forma real: una estatua gigante y humanoide, aunque adornada con retorcidos cuernos y seis pares de brazos. Paralizado, sólo en apariencia, se colocó en uno de los millones de pedestales flotantes que había en la gasificada superficie de su mundo y en los que los demás congéneres existían, cada uno con su propia forma, pero todos hechos estatuas, como una gliptoteca en un mundo infernal. Reactivó a la adquisición, la hizo estatua y la ubicó en el pedestal más cercano.
Tó, así como todos los habitantes de su planeta, se comunicaba por medio de otras existencias, de otras formas de vida. Y así lo hizo con la humana que había conseguido, que despertó una fresca mañana en una bucólica cabaña y en un mundo similar al suyo. Tó era un pescador que la esperaba en la orilla de un río. Y así estuvieron hablando durante siglos, en una duración perdida en la inmensidad del cosmos, sin apenas moverse del pedestal de las estatuas.
***************************** Fuengirola, 7 de enero de 2008.
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