Mayo: el mes de las flores |
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por Camelia |
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En el mes de mayo se hacían ofrendas florales a la Virgen, era el mes de María. Siendo muy niña, en el colegio; recite una adaptación de un texto de Antonio Machado. Recuerdo como si fuese hoy mismo, que había una capilla que se encontraba al fondo del pasillo del primer piso. A los lados del mismo se ubicaban las aulas.
Cerrada por dos puertas, de madera labrada, la capilla de la Virgen, solo se abría para los escolares en este mes. Eran unas fechas muy especiales. Yo todavía no había hecho la primera comunión y la religión se vivía de forma intensa. Entonces reinaba JUAN XXIII.
En las tardes de Mayo, las niñas salíamos al pasillo desde nuestras clases. Ordenadamente formábamos dos gruesas filas; una a la derecha y otra a la izquierda, y dejábamos un pasillo central.
Llegado el momento; las personas designadas por las profesoras salían de la formación. Primero una y cuando esta terminaba se volvía a su sitio y salía otra. Y así, de este modo, se hacían una o varias ofrendas por clase. Dependía del tiempo que se asignaba a las poesías. Lógicamente también de la edad y de la capacidad del alumno.
También los párvulos salían acompañados de la mano de alguien más mayor que llevaba las flores. Era como para el Pilar. A veces los ramos eran más grandes que los que los portaban.
La capilla se iluminaba por completo. La Virgen en el centro estaba radiante. Cuando la mirabas mucho tiempo seguido parecía que ella solo tenía ojos para ti. Por unos minutos te parecía que eras mejor.
El pasillo en semipenumbra, daba intimidad e invitaba a la oración. En el silencio rigurosamente llevado desde el principio al fin se creaba un clima casi místico. Los mismos demonios que gritábamos en el patio por la mañana éramos angelitos por la tarde.
Se recopilaban poesías, incluso hubo quien inventó alguna. Después se elegían personas (esto, pienso ahora, que era poco justo; solía hacerse por notas y cosas por el estilo).
Cuando me eligió la profesora, nadie se imagina como trabaje para que no se me olvidase nada. Tenia que sostener el ramo de flores en una mano y mientras recitaba; dando un" tonillo" a la poesía, para que todavía fuese mas floreada, debia mover la otra mano, como si estuviese dirigiendo cada una de las palabras, desde mi boca hasta la capilla.
Mejor que no te diese la risa, ni dentro ni fuera. Ni la risa, ni el llanto. Era lo peor que te podía pasar. Era una ofensa a DIOS a la VIRGEN y a todos los SANTOS. Te condenabas seguro.
A la salida de clase cuando supe que tenia que hacer la ofrenda a la Virgen; lo que más me preocupaba era, de donde sacaría, las flores. No podía llevar cualquier cosa. Todas se esforzaban en que sus ramos fuesen espectaculares y se gastaban incluso dinero que no se podían permitir (las apariencias, como ahora; esto no ha cambiado demasiado) y que pudiesen durar muchos días. Estas flores permanecerían colocadas a la vista de cualquiera que visitase el colegio durante ese mes. - El valor del continente y contenido todavía no me lo había explicado nadie -.
También estaba muy arraigada, en aquellos años, la costumbre de tener vírgenes y santos a los que se les tenia particular devoción metidos en unos armaritos de madera que abrían unas puertas delante de las que colocaban velas y que mantenían encendidas por turnos en las distintas casas que las que lo solicitaban. Hacían novenas o cumplían alguna promesa. Y algunos que tenían su propia capilla y no la movían nunca de casa recibían a vecinos o conocidos a rezar el rosario, o a poner alguna vela…
Una tarde a la salida del colegio fui a casa de la señora Trini a llevar una de estas capillitas acompañando a su hija. Al llegar, mientras merendábamos hablamos de la familia, del colegio y le conté que tenia que recitar una poesía y que tenia que llevar flores. La poesía no era problema pero las flores…
Su hija y yo estabamos juntas desde el parvulario. Nos llevábamos muy bien. De hecho las dos seguimos juntas después, en el instituto hasta sexto, que fue cuando yo me fui. Si alguna vez nos hemos visto, aunque no tenemos contacto habitual, el sentimiento de cariño sigue vivo. Entonces éramos inseparables. Su madre sabía que yo no podía comprar un ramo. Cuando se entero de que estaba preocupada por las flores me dijo que seria un gran honor para ella que yo llevase las rosas de su jardín a la Virgen y que no dijese a nadie de donde procedían.
¡Oh, cielos, que alegría! ¿Sabes como olían las rosas de las casas de pueblo...? : A rosas. ¿Sabes lo preciosas que son...? – no la toquéis mas que así es la rosa ¿Te imaginas el maravilloso ramo que formó con rosas tonos pastel y esparraguera verde oscura y sándalo; todo recién cortado? Ni te lo imaginas.
Que orgullosa iba yo, con este pomo oloroso, que nadie ni en sueños creería que yo pudiese llevar. Nadie supo jamas de donde salió, era una promesa que en más de una ocasión casi se me escapa. Siempre se lo agradeceré.
Todavía vive, no lejos de mi casa. Enviudo hace muchos años. Le quedo muy poca pensión, pero trabajo muy duro y ahora tiene tres hijas universitarias, muy ocupadas con sus respectivos trabajos y ganando mucho dinero.
Cuando la veo ahora tan mayor y tan frágil. La llamo y la abrazo y la beso; se le iluminan los ojos como a mi se me iluminaron entonces.
Sé que nunca se arrepentirá de haberme dado aquellas flores. Yo no le doy flores, que ahora muchos pueden pagar, incluso yo. Le doy besos y abrazos que se que los necesita ahora mas que nunca. Es una anciana a la que se le cae la baba y que casi no ve; que tiene pelos en la barbilla y muchas arrugas que antes no tenia; Que lleva manchas en las ropas, que huele a gato y a orina.
Que vive sola con ese viejo gato que es el que ahora le hace compañía. Esta anciana, a la que yo he conocido en todo su esplendor y que ha dedicado mucho tiempo al cuidado de los demás, ahora vive sola para no molestar.
Jamás se queja. Siempre habla maravillas de sus hijas, de sus nietos, siempre los excusa y me dice: - ¡Que vamos hacer la vida de ahora con tanto trajín que no les queda tiempo para nada!.
Cuando la veo le doy afecto, que es lo que necesita. Le dedico tiempo escuchando lo que sé de memoria. ¡como admiro su bondad!
A cuantos ancianos les pasa lo mismo. A muchos les pasa lo mismo... Hoy es 7 de diciembre. Otro día más. Han pasado los años... y no solo el mes de mayo es el mes de la Virgen María, la madre de todos. Ahora todos los meses, todos los días, y casi todos los instantes son los de la madre de alguien. De Trini, de Paca, de Petra, de Juana...y de mi madre, que también, se llama María. Mi madre que tuvo 7 hijos y se le murieron tres. Mi madre que cuido de sus mayores como lo hizo de sus pequeños. Mi madre que tanto ha trabajado en este mundo es cada día más anciana, más dependiente. Mi madre que te habla con toda la lucidez de su mundo; de cosas que se le han grabado a fuego y que sucedieron hace 70 años. De ese pasado cuando era joven, cuando conoció a su marido enterrado ya hace 27 años. Mi madre que hoy me ha preguntado si es sábado, cuando es jueves. Mi madre que no entiende nada de lo que sucede a su alrededor; afortunadamente para ella; y yo, que no puedo permanecer impasible cuando veo el egoísmo que arraiga cada vez con mas fuerza en esta sociedad. Mi madre con la que no puedo hablar de nada coherente… Sí, la relación con mi madre no es intelectual; es sensitiva, es de amor. Porque aunque mi madre olvidase quien soy yo mientras Dios me lo permita yo siempre recordare quien es ella.
Yo que no sé nada. ¿Para que estoy en este mundo? ¿Por qué no fui uno de los hijos que murió...? Vivo y ayudo a vivir los últimos años de mi madre. ¿Es para lo que Dios me ha permitido estar aquí?. Puede que así sea, y que me permita seguir después. ¿O quizás me vaya antes? No lo sé. Solo sé que lo que veo no me gusta.
Que las fuerzas me acompañen y la mente también. Mi madre que parió 7... con tanto dolor. Que cuido de sus mayores y de sus pequeños. Mi madre que ha sufrido tanto sin pedir nada. No puedo consentir que el egoísmo de algunos que la rodean; amarguen sus últimos años. No, no lo consentiré...
Alguien muy sabio me enseño, la diferencia entre continente y contenido; a perdonar pero a no olvidar. Porque todo lo que se olvida, suele repetirse...
©Escrito por camelia
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