PRIMERO |
Por Mauro Gonzalez Quarti |
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“Quien sabe de dolor todo lo sabe.” Dante Alighieri.
Otoño medio de 1992. Pablo frente a su mórbido espejo. Oculto en aquella habitación, tan distante a su cuerpo como a su espíritu. Sus ojos perdidos en extrema unción, palabras que no rebotaban, sino mas bien, se dirigían hacia el sentido mas ambiguo del alma. - ¿Pablo...sos vos...soy yo...quien soy? - Estoy...estas...estamos tan lejos del sentir donde las almas carecen del perdón. ¿Por qué Pablo en carne me muestra una persona y en su reflejo se exhibe otro? - No puedo mas...mis largos pensamientos desembocaron a verme aquí hablando contigo, conmigo, con el interior, mi interior, en busca de respuestas, se santas, puras y verídicas respuestas. - Tu carne me habla pero no así el corazón. Abre ese pecho que oprime tus palabras de un sentir caduco, de un percibir inerte, de una duda que avanza cual hiedra sobre húmedo muro. - He dejado al desnudo mi sentir frente a Mariana. El corazón en bandeja entregue para ser devorado, para ser degustado en el mayor manjar de un sentir, en este turbio mundo social del comprar más y mejor, de la estética frente al colapso financiero y de un dejo de distancia sobre las clases inferiores. - ¿Que ha hecho Mariana con ese órgano vital del sentir?
Su reflejo inquisidor avanzaba con pasos en cautela, frente a un sentir más inmaduro que el mismo accionar. Una vertiginosa escena se rebozaba dentro del monologo inquietante, desnudando una imagen con alto contenido recelo en la mirada.
- Mariana, tomo ese órgano para transformarlo. Se ha mofado de él, lo alzó como trofeo de juego, lo exhibió y lo arrojó a los más feroces depredadores para que de él se escriba un ensayo al “amor no correspondido”. - ¿Y tú donde te encontrabas mientras el show transcurría? - No deseo recordarlo, ha sido tan humillante, de una bajeza tal que ningún ser sobre esta tierra debería transitar empíricamente dentro de aquellos zapatos que llevaban mi cuerpo. Estar allí en primera fila, lejos de mí, los ojos vidriosos lavarían aquel dolor con tantas lágrimas. Fue Sodoma y Gomorra, La Torre de Babel y la crucifixión de Jesús. - ¿Por que permaneciste allí? - Solo necesitaba que Mariana detuviera el caudal de acciones que me perforaba, detuviera esa lluvia de dardos y nada de eso ocurrió. Su mirada se clavaba en mí para marcar el objeto de la burla, señalaba aun más el sentido de expresión que enloquecía mi palpitar. Desaparecer, eso debía haber realizado pero mis pies atornillados entumecían mis extremidades y ese ruido de risas, esas manos apuntando, ese clima adormecía mi cuerpo entumeciéndolo. - Aun así, ¿por que quedarse? - No lo se. Quizás era necesario para que tomara una determinación. Ahora recuerdo el instante aquel, cuando Facundo tomo mi brazo liberándome del estado petulante. Corto toda conexión con aquello. Así que ese fue el momento de correr, dejando una estela cristalina del dolor y la desilusión al amor. - ¿De Que determinación hablas, Pablo? - La que he de contarte, por que crees que estamos aquí en este instante construyendo una montaña de palabras que crece a medida que el tiempo enciende la hoguera. - ¿Estas seguro de esa determinación? - Si, muy seguro. Extremadamente seguro. Solo necesitaba un confidente. - Determinar esto por un amor no correspondido , es un planteo que deberías realizarte frente a lo que queda por vivir - Tú no entiendes nada. Fíjate, solo eres mi reflejo, no puedes salir de allí. Solo tienes vida gracias a mi presencia, con solo dar dos pasos a un lateral te desvanecerías. - Hablo de tu determinación sobre el evento acaecido - ¡Tú no entiendes nada! No toleraría atravesar otra situación así, de hecho no la volveré a tolerar, no ocurrirá jamás - ¿Crees que así puedes escapar a tus dolores? - ¡Si!.
El dialogo se tornaba mas efusivo, aun ya no solo la carne se precipitaba en actuar con fervor sino que también el reflejo esgrimía es sus facciones un dejo de preocupación. Una anarquía transitiva pulverizaba todo intento de alcanzar una parsimonia entre la dualidad de Pablo. Un avatar se aproximaba con miras a bajar el telón de la introspección.
- ¡Basta! Desaparecerás en tan solo segundos y no volverás hablar jamás. ¿Algo para decir? - Que tanto por descubrir como por alimentar están en tus pasos, tus pasiones, tus dolores, nunca veras mas que lo que encuentres en el camino. Siempre lo mejor esta por venir y esa elección es tuya. Catorce años llevamos y nada mas cercano esta el despertar que un dormir eternamente entre sonámbulos. - Bonitas palabras de despedida. Ahora me despido de ti como un gran compañero y confidente. Quizás nos encontremos en una laguna inmensa de cristal líquido que condense nuestros infortunios para materializar un tiempo en la forma que llevamos sin ser determinados. Gracias por escuchar
Pablo extendió su lánguida mano para reposar sobre la mejilla fría de su reflejo, este acto llevo unos segundos. Barrio la imagen mientras sus pasos tomaban dirección a la izquierda. Se alejaba de aquel confidente, se desprendía del lastre con intención de no levantar ningún saco de dolor. Se calzo su vejada campera Levis. Abrió la puerta y susurro. - Besar los rieles del tren ¿sabrán amargos o dulces?
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Asociación Canal Literatura 2008 |