UNA DECISIÓN IMPORTANTE

por Camelia

 

Recostada sobre el brazo izquierdo, le miraba a los ojos como hacia siempre que hablaba con él.

Se encontraba sentado en el borde de la cama al lado de sus pies y situado frente a ella apoyaba sus manos en las rodillas. Su semblante era triste.

 

Empezó diciendo:

-Durante estos días has atendido por teléfono a todas las personas que te han llamado, pero tu tono ha sido distinto al que has utilizado conmigo cada noche.

Dices que lo tienes pensado y repensado y que la solución es sencilla.

De acuerdo y,si la solución es sencilla, ¿porque te preocupas tanto?

 

Ella titubeo unos instantes antes de responder:

-Porque la solución es sencilla pero solo lo será para mi.

-¿Y se puede saber cual es?

-No. Porque tampoco es un tema fácil de explicar.

-Al principio cuando se pasa por una situación complicada todo te parece mas difícil de lo que es, incluso a veces lo es, pero para eso estamos los que te queremos, para echarte una mano hasta que tu puedas hacerlo sola.

-De todas formas creo que lo mejor es que no siga molestando. Se que no va a tener solución, al contrario cada vez va a ser peor…ya me han dicho que mi enfermedad es crónica y que empeorare paulatinamente.

-Y tu que tienes una sencilla solución de la que dejas caer la curiosidad y después callas…me hace pensar en si será algo malo.

 

-Para mí no será malo pero lo que no sé, es, si estará muy bien visto. De repente salió de su boca la frase:

Uno vive hasta que quiere, el día que no pueda mas pongo fin. No quiero ser un lastre que se hace cada vez mayor.

-¿Pero que estas diciendo? … ¿no me hablaras de suicidio?

-Si.

 

-Así que todos estos días hemos estado dando vueltas a un arreglo en tu vida y para ti este es, que tú desaparezcas…Pensaba que estabas luchando y aceptando que la vida, a veces, no es lo que nos gustaría que fuese y tú no pensabas en lo mismo. Tú pensabas en dejar de luchar de la manera más trágica.

 

Yo también estuve muy enfermo, que te voy a contar a ti, si estuviste conmigo hasta el final. Si, también yo pensé, en algún momento de desesperación y agotamiento, y por eso te lo cuento, que existía la posibilidad de tirar toalla. Tardé en reaccionar unos segundos, los de ser consciente de que tenia una familia que estaba día y noche conmigo dándome amor y cuidados.

 

Cuando todo nos va bien es fácil vivir, dar consejos, enmendar la plana a los que se quejan porque no ven las cosas como nosotros. Lo que ocurre es que entonces no pensamos en los que lo pasan mal como nosotros y en los que nos rodean y nos cuidan y nos quieren y también sufren en silencio. Si estos siguen adelante por ti pero tú no quieres hacer lo mismo no quieres escucharlos para que no trastoquen tus planes.

 

¿No recuerdas… años mas tarde de que yo me fuese lo que sucedió y conmociono a la familia?

 

Cuando te llamaron, acudiste como un rayo y tu mejor que yo sabes todos los detalles. ¿Por qué llorabas entonces sin consuelo, mientras me contabas, como se había desmoronado todo?

 

Nunca habíamos vuelto a hablar de este tema. Forma parte de la intimidad de personas que tú y yo conocemos muy bien y como no querías sentir mas dolor, lo escondiste en el fondo de tu corazón… pero… te pediría que hicieses memoria aunque sea muy duro y dime si después de años y años todavía no puedes recordar como si fuese hoy, aquel día…todo lo que oíste y todo lo que viste. Cuanto sucedió en aquella casa a la que ya no has vuelto nunca más.

 

Os dejo tan perturbados, que esa posibilidad creí que a ti, te mostró trágicamente una realidad que permanece en los que se quedan aquí, sintiéndose culpables gran parte de sus vidas, pensando que no han hecho lo necesario, aunque esto diste años luz de la verdad.

 

¿Qué puede pasar por la mente de un ser humano para tomar una decisión tan grave e irreversible?

 

Lo miro con los ojos llenos de lágrimas y la serenidad de aquel rostro tan conocido y tan amado, le dio la fuerza necesaria para comenzar a hablar de lo que recordaba de aquel día y de los que le habían precedido.

 

-Lo intentaré porque tú me lo pides. Si, es verdad, fue un suceso muy triste e inesperado. Yo ya había visto la muerte muchas veces pero nunca había sentido lo que sentí aquel día. Todos se hacían preguntas y cábalas buscando explicaciones a lo que cada uno hubiese visto de raro en el comportamiento de su madre en los últimos días.

 

Siempre hemos querido mucho a estos tíos, las familias hemos mantenido el contacto, el cariño, y cuando la tía enviudo el acompañamiento fue continuo.

 

El último día que la vi con vida era viernes y nos visito por la mañana a las once. Pudimos convencerla de que se quedase a comer con nosotras: judías verdes, ternera a la plancha y fruta.

 

Ya sabes lo mala que soy para las fechas pero de ese día me acuerdo porque cuando estábamos con el primer plato llamaron, al timbre del portero automático, de forma alarmante.

-¿Es ahí donde se esta quemando una cocina?

-No aquí, no, precisamente estamos en la cocina.

-Pues tiene que ser la de al lado de su casa. Desde enfrente se ven las llamas.

-Muchas gracias ahora voy a avisar a los vecinos.

 

Llame a la puerta contigua y efectivamente, abrieron la puerta un palmo y asomaron la nariz y los ojos, el hueco mínimo para ver quien era. Eran un matrimonio que apenas se relacionaban con las personas del rellano y no tenia trato con el resto de los vecinos del edificio.

-¡Hola buenas! Han llamado al timbre de mi casa porque se veía por el patio de luces una cocina en llamas y pensaban que era la nuestra…al ser del mismo lado hemos pensado si podía tratarse de la suya.

- No, si….bueno es aquí, es que me había dejado la sartén en el fuego y me he despistado y se ha prendido el extractor de humos; pero ya esta mi marido con el extintor del pasillo intentando apagarlo.

-Afortunadamente estaban en casa y en pocos segundos el fuego estaba sofocado.

 

Cuando volví comente:

- Tía, mire que si después de tanto tiempo que no ha salido de casa, hoy que se decide a venir aquí, tenemos que salir por patas…

- Si, si, nunca se sabe donde te puede pasar una desgracia.

 

Terminamos de comer y después mamá y la tía se fueron a dar una vuelta al parque, una media hora dando un paseo, al paso lento con el que caminaba la tía, por culpa de sus piernas. El resto nos fuimos a trabajar con la ilusión de que al día siguiente aunque era sábado no trabajábamos porque era festivo.

 

Mamá dijo que pasaron muy buena tarde, contándose sus cosas y andando cogidas del brazo como hacían siempre que se veían. Desde antes de casarse con su hermano en el pueblo, salían juntas y se llevaban muy bien. Fue una buena mujer que trato al tío con mucho mimo. Se que a toda la familia siempre nos quiso mucho.

Ese es el penúltimo recuerdo que tengo de ella y… ¡Ojala hubiese sido también el ultimo!

 

Sabíamos que no se encontraba muy bien después de morir el tío, aunque como su semblante era triste desde hacia unos años, resultaba difícil saber hasta que punto estaba mal.

La enfermedad mental, convirtió al tío en los últimos meses en un ser que no conocía, no hablaba, no comía hasta que poco a poco el deterioro termino con él. Cuando falleció ella se derrumbo.

No se retiro de su lado ni un solo momento en los largos y penosos años en los que la enfermedad de él también la dejaron a ella muy descompensada en su diabetes y en los últimos meses las recaídas fueron mas frecuentes que de costumbre.

Desde que enviudo se cuidaba menos y la ilusión por estar activa se la había llevado su marido a la tumba.

Mientras el estuvo enfermo nunca se quejo.

 

Tras su muerte el cambio de vida fue tan radical... Paso de estar todo el día ocupada y dándole amor infinito a pensar que la casa se le venia encima. Habían trabajado codo con codo para sacar 5 hijos adelante. Toda la vida juntos, desde críos, y siempre se habían llevado de maravilla.

La soledad la invadió y el pensamiento de que no quería que sus hijos pasaran penurias por su culpa la obsesionaba.

 

No quería salir de casa ni aun para pasar de vez en cuando unos días con los hijos. No quería molestar. Tenía todo el día para pensar y pocas ganas de hacer nada. El ganchillo y las labores que siempre habían sido su pasión ya no las tocaba. Se sentía inútil.

La conversación siempre era la misma: los años cuidando de su marido, los hijos y los nietos y el pequeño negocio en el que habían trabajado y del que ya estaba jubilada hacia años.

 

Los hijos se casaron y se fueron, los nietos ya estaban grandes y entonces apareció la enfermedad del tío y esto la lleno de una fuerza inagotable. Era como una obligación levantarse de la cama y luchar.

 

Dos días más tarde, el domingo, se suicidó colgándose por el cuello con una cuerda que había atado al gancho de la lámpara. Allí estaba entre las dos camas del dormitorio pequeño. ¡Que horrible!

 

¿Quizá lo hubiese pensado detenidamente creyendo firmemente que era lo que debía hacer? No lo sé, pero hacia meses que no controlaba su diabetes, ni llevaba orden en las comidas y cuando recaía empezó a decir que era una carga.

 

No tardo mucho tiempo en tomar la trágica decisión de quitarse la vida.

Durante la semana de su muerte había llamado a unos y otros preguntando como estaban y vino a casa. Todos creímos que estaba mejor pero en realidad lo que hizo fue despedirse. Estaba como la recordábamos en otros tiempos, incluso le dijimos que la encontrábamos mejor.

-Si, estoy mejor pero ya valemos poco.

 

Todos los que nos reunimos, en cuanto supimos la noticia, coincidíamos en que habíamos hablado o estado en su compañía en las últimas horas.

 

Fue su adiós. Se despidió de forma tan natural, que nadie noto nada. Al contrario decían que había estado dicharachera y hasta alegre.

 

Como de costumbre los fines de semana comía con alguno de sus hijos. Ese domingo iba a comer con la pequeña.

 

Como las horas pasaban y no aparecía ni respondía al teléfono ni al timbre se pusieron en contacto entre ellos, por si tenía pensado ir antes a algún sitio y por eso se retrasaba. Nadie había hablado con ella desde la noche anterior.

 

Empezaron a preocuparse y decidieron ir a su casa, pero no pudieron abrir. La llave estaba puesta, estaba dentro pero aunque la llamaron no oyeron nada.

 

- Estará desmayada o no podrá moverse y por eso no responde...

Decidieron forzar la entrada pero no pudieron y ya estaban pensando en lo peor. Que hubiese tenido alguna alteración de la glucosa y se hubiese desmayado o alguna caída grave que le impedía avisar.

 

Buscaron la forma más rápida para entrar y decidieron subir por la fachada y acceder por la ventana. El marido de la pequeña rompió los cristales y como era el cuarto de al lado de la puerta de la calle quito la llave y abrió.

 

La prima entro corriendo hacia su habitación llamándola pero no estaba allí, pero cuando entro en el cuarto de al lado encontró a su madre. La imagen era dantesca.

El cuerpo pendulaba entre las dos camas.

Lo había preparado todo minuciosamente. Se había retirado las alhajas que siempre llevaba puestas: el collar, el reloj, las dos alianzas, las gafas, los pendientes y los anillos y los había dejado encima de la mesilla.

 

Me llamaron y acudí sin perder un minuto.

Los gritos y la desesperación fueron sucediéndose a medida que fueron llegando todos.

Cuando se llevaron el cadáver al anatómico forense, los gritos desgarradores se mezclaban con las preguntas:

-¿Cómo has podido hacernos esto?

-¿Que es lo que hemos hecho mal?

¡Dios no puedo creer que no nos hayamos dado cuenta de que iba a hacer algo parecido! Que dirán... mamá, mamá. ¿Porque no nos has dicho lo que necesitabas?

 

 La muerte es triste porque se lleva a los seres que amamos y nos dejan solos, profundamente solos, pero en estas circunstancias el sentimiento de culpa era enorme.

 

Tan fuertes y tan contundentes fueron estas frases que se me grabaron a fuego… pensé en que estas se apoderarían de mí y ya no podría recordar los buenos momentos que había compartido en aquella casa.

 

Cuando se cree que las cosas van mal no es tan difícil que los malos espíritus te acompañen.

Nunca antes creí que el sentimiento del bien y del mal pudiesen enfrentarse y paralizarte.

 

 Quizás ese día ella descanso al partir voluntariamente y lo hizo para no ser una carga pero desde ese mismo momento la vida de sus hijos también cambio radicalmente.

El dolor y la culpa se convirtieron en una losa muy difícil de retirar para salir y seguir con la vida de antes.

 

Creo que esto es lo que querías oír… ¿no es así?

 

Si, cariño con esto es suficiente le dijo mientras las lagrimas caían por sus mejillas. El suicidio nunca es la solución.

-No llores por favor te juro que yo no quiero que paséis por esto. No quiero que nadie sufra de ese modo por mí…

 

Al día siguiente se levanto temprano, compro unas flores y se encamino al cementerio.

 

-Papá, sabes que no me gusta venir aquí, y también sé que tu siempre decías que las cosas hay que hacerlas en vida y que no te importa que no te traigamos flores.

 

También mejor que nadie sabes, como me gustan a mi, representan la vida que crece cada día en puntos distintos de este mundo renovando el milagro de la vida.

 

Quiero que estas, sean para ti, mi compromiso con la vida y la aceptación de que lo que me depare el futuro lo asumiré en cada momento. Después de nuestra conversación de anoche he tomado la determinación de seguir luchando. ¿Ves lo guapa que me he puesto hoy?

 

Se acerco, beso su foto e instintivamente la limpió.

Parada durante unos minutos dio media vuelta, miro a su alrededor y todo estaba en calma.

 

Se encamino a la salida del recinto, sin pensar en nada más que no fuese lo que le rodeaba y se fue paseando hasta casa.

 

Después de mucho tiempo se sentía en paz, había tomado la decisión más importante de su vida.


©Escrito por Camelia
 

 

 

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