En un vaivén infinito sentí que mi cuerpo no me pertenecía, mi
alma también jugaba a escaparse en forma de alarido agónico, en
forma de fluídos que salían dando portazos desde todas las celdas
de mi piel.
Sonrosada y
tensa.
Voraz y saciada.
Lúcida y alienada.
Amada y amante.
Deshecha y reconstruida.
En trozos y entera.
Muchas horas.
Todo el día…todos los días. |
 |
Paseaba exhausta por una ciudad desconocida. Mis pies me decían
basta, me latían con sadismo los talones. De todas formas decidí
sentarme un rato a escribir, por si pasaba, pero no pasaba. En una
farmacia me serví de tiritas para amordazar mis pies, pero seguían
quejosos ritos acompasados con mi caminar. Entré en una tienda de
cine. Libros de cine, revistas de cine, fotos de cine, pelis en
DVD, ¡una maravilla!.
-No, en español.
- no, scusa.
-grazie…ciao!
-ciao!, grazie…buona sera.
-Buona sera.
Es temprano, pero yo ya me voy..
Scusi!
Estaba distraída y él cruzaba la calle hacia mí.
Scusi!
Me sorprendió su abordaje inesperado. Pero creo que mi cara
expresó, además de sorpresa, interés porque él prosiguió con su
pregunta, aunque rápidamente quedó claro que no sólo yo no era de
esa ciudad, él tampoco, sino que no era de ese país y no hablaba
su idioma.
(Aún me pregunto si ya lo sabía, si era un truco que luego
emplearían otros, pero él era distinto. ¿o no?).
Tenía cara de buena persona. Con sus ojos claros confundidos entre
unas cejas desordenadas. Su tez era blanca, aunque asomaban
ligeros toques rosados en sus mejillas y labios. Labios tiernos.
En un giro inesperado, favorecido por la barrera del idioma, la
conversación incluía un deseo expreso de cocinar para mi y me
encontré acompañando a mi cocinero desconocido a hacer la compra
de los ingredientes que yo deseara para una cena a la Italiana.
No se crean que no me dio miedo, pero fue un miedo chiquito, un
miedo concentrado en la noche y en lo desconocido…no en un cuerpo
desconocido, ni en una casa desconocida, sino en una ciudad
desconocida y a oscuras.
-estoy cansada, mejor nos tomamos un café.
-vale, un café.
-pero si nos vamos a tomar un café te van a cerrar el supermercado
y tú tenías que comprar algo, ¿no?.
-vamos a comprar. Luego ti invito a un café. Ti invito io. Ti
piace la pasta?, il pomodoro?, il vino?, rosso?...e la fruta?…
Compró detergente para la losa. Salsa de tomate y especias para la
salsa. Vino tinto…y de fruta bananas. (Me pareció toda una promesa
y no estaba equivocada).
Mientras cargaba la cesta y me preguntaba todos mis gustos y
muchas cosas, mi corazón se aceleraba y una sonrisa autónoma
tomaba a mi cara como a la Bastilla.
Mis ojos se iban detrás de sus bonitos vaqueros desgastados y sus
piernas y glúteos se resistían a mi lasciva y curiosa mirada bajo
esa tela holgada que jugueteaba conmigo.
No dejaba de repetir que era muy fortunatto por il incontro, que
estaba sorprendido por tenerme, ¡por tenerme!, ¿tanto se me
notaba?.
Cuando salimos del supermercado su excitación era evidente,
hablaba rápido, me miraba con los ojos brillantes, sonreía, me
abrazaba con regocijo…yo me sentí feliz y altruista,
curiosa y excitada,
confiada y mimada,
público y actriz principal,
flecha y manzana.
El resto del trayecto hacia su casa se hizo corto, estábamos
realmente cerca. Seguía repitiendo en un españolanglosajonitaliano
que no se podía creer la suerte que tenía, que yo era un angelo,
¡sí! , un angelo…que si ese era su primer día de una semana
intensa de trabajo en esa ciudad a la que recién se incorporaba,
que ¡qué suerte tenía!,…y yo, gorda de vanidad, sonriente como la
mona lisa, en una mueca perpetuada por sus palabras como caricias,
que serían después como elocuentes palabras.
Fueron muchos y empinados los escalones que llevaban a su casa.
Imaginaba, entre fugaces visiones que se agolpaban en la puerta de
mi mente, un pequeño piso de hombre soltero, maloliente,
desordenado e impracticable. Cuando llegamos al fin de la torre,
porque aquello era una torre de techos bajos y angostas
escalinatas, una bombilla de 60 alumbraba una puerta de metal que
hizo un sonido de puerta de calabozo en las alturas. Cuando pasé
me encantó lo que vi: un pequeño piso abuhardillado con dos
pequeñas ventanas vestidas con cortinas de encaje blanco; un muro
de cemento, cal, pintura y madera separaba dos pequeñas estancias,
una con una mesa limpia y una modesta cocina y otra con una cama
hecha y una tele suspendida en la pared; Una estantería pequeña y
una cómoda; Dos puertas al fondo, una era un armario, la otra un
baño con una lavadora y varias toallas desgastadas por el uso, el
tiempo o las excesivas horas de secado a la intemperie…o las tres
cosas. Todas esas cosas no las pude ver de inmediato, pero estaría
bastantes horas allí y necesité cambiar de posturas y de
estancias.
Tutto…tutti.
Arrodillado a mi lado descalzó mis pies hinchados. Dejó mis
zapatos y los suyos juntos bajo la cómoda. Cogió mis pies y los
puso en su regazo diciéndome que sentía que me conocía desde
siempre.
Bella, la piú bella…
Su mano bajaba y subía en un movimiento inagotable.
Sus ojos se clavaron en mí con una expresión indescifrable entre
el desafío, la lujuria y la eternidad.
Lo toqué con la intención de ver, como un ciego, metí mis dedos en
su boca con la intención de atravesar su carne y mojarme en su
saliva.
Lo miré con una expresión que adivino teñida de sangre
palpitante…cerré los ojos- ¡tantas veces!- abandonada.
Vencida e imbatible.
Sedienta y llena de agua.
Abatida y batiente.
Salvaje y sometida.
Cosicosí…
-Eres dulce.
-come?
-Eres dulce. Dolce…
-No…no…Con te…sólo con te. Io sono un amante appassionatto, forte…
-Y dulce.
Creo que no le gustó el adjetivo, creo que no quería dar esa
imagen, quizás pensó que le quitaba fuerza, que lo ablandaba
demasiado…no sabe bien lo que significa un hombre dulce y
apasionado…no lo sabe.
Me recostó sobre la almohada, acarició mis pies, sopló el sudor de
mi cuerpo, me colmó de cuidados, acarició mis muslos, mi piel
prospectada; eres perfecta, eres un angelo, ti voglio bene, …dijo.
Persona importante…you can´t imagine what I,m feeling. What its
mean to me...dijo
Preparó la comida con parsimonia y meticulosidad. Con una
familiaridad impropia me hablaba, me miraba, me abrazaba.
Yo me preguntaba de dónde había salido él, (¿tan acostumbrada
estaba a la torpeza y necedad de los amantes con miedo que actúan
como salvajes?)...aunque ahora también recuerdo a otro que me
llamaba princesa).
-Duerme, descansa,…trancuila…tú eres la mía principessa de la
canarie.
…en pocos minutos sentí entre mis piernas su lengua, sus manos
grandes me regalaban una caricia lenta…mis muslos se tensaban y
aflojaban al compás.
…tutto il giorno…tutti giorni…faciendote il amore…
Mi cuerpo, definitivamente, dejó de pertenecerme. Mi alma quedó
extendida con alas grandes sobre nosotros, sobre una ciudad llena
de obras de arte que me hicieron estremecer.
No somos de nadie, somos agua, polvo y sonrisa.
Me acompañó por las calles oscuras y mojadas de Florencia.
A golpes de diccionario pude construir una frase…
Non perderi tua capacita per vivere e fare vivere come un miracolo
l’amore (amicizia, sesso, e lo stesso).
Mi partenza con mie mani pieni.
Grazie mille!.
Arrivederci
|