Nueva York, 11 de septiembre de 2101.
Todo está preparado en Manhattan para conmemorar el primer
centenario del atentado contra el World Trade Center. El día en
que miles de personas perdieron la vida en un acto perpetrado
por el grupo terrorista Al-Qaida.
No es una fecha para celebrar, dice el slogan aéreo que
sobrevuela la ‘’Gran Manzana’’ durante todo el día, sino para
recordar.
La capital del estado de Nueva York quedó desmembrada aquella
mañana soleada de septiembre; casi como la pérdida de los
incisivos en una joven dentadura.
Hoy, cien años después de aquella tragedia, la urbe se prepara
para recordar y olvidar al mismo tiempo.
En el lugar donde fueron derribados los dos edificios se
construyó la vieja Torre de la Libertad, la misma que en breve
será demolida de forma controlada, dando paso a la espectacular
Torre Infinita, que en un futuro muy cercano y como un
constructor diría, <<añadiéndole más pisos>>, se unirá a la
estación espacial internacional Rigel, con lo que se convertirá
en el primer ‘’lazo’’ de unión entre la tierra y el espacio
construido por el hombre, y quién sabe si no será ese el
principio de la creación de un anillo alrededor de nuestro
planeta. Igual que Saturno.
Numerosos testimonios hay de entonces, y casi nadie de los que
lo presenciaron de algún modo vive ya. Dicen que desde esa
mañana de septiembre el mundo cambió y todos los humanos
entendieron que si eso les ocurría a los poderosos americanos,
cualquier cosa que sucediese sería posible.
- Y bien. ¿Sólo vas a escribir eso, Max? Parece el texto de una
enciclopedia infantil de aquella época.
- Bueno no exageres. Ahora incluiré las supuestas sospechas que
hubo tras el ataque. Ya sabes, cuando aquel miembro del gobierno
de Bush afirmó que fue una demolición interior y que con ello
ganaron un pretexto para declarar la guerra. Como los nazis en
Polonia, casualmente en el mes de septiembre.
- Max, eso no le interesa a nadie. Este es un trabajo sencillo
para un periodista como tú. Habla de otra cosa sin salirte del
tema. Lo que quieres incluir son trapos sucios y viejos.
- Y entonces qué quieres que escriba, ¿la transcripción de la
entrevista que le hice al padre de Delia contándome cómo murió
su abuelo, uno de los jefes de bomberos? Aquello pasó. La gente
se empeña en recordarlo. Pues démosle polémicas y algo en qué
pensar. Si me dejaras, pondría que el mismo Bush ocultó el
verdadero número de víctimas en temor a que si algún día se
descubriese la verdad, el asesinato fuera más ‘’leve’’. Qué
idiotez.
- Qué barbaridad. Nada de eso está demostrado.
El joven periodista se reclinó cómodamente en el sillón del
despacho. Ya había confianza. De uno de los compartimentos de su
agenda electrónica sacó un chicle de biorritmos, ideal para
cuando el jefe le exigía algo diferente de lo que él tenía
pensado.
El chicle de biorritmos controlaría todos sus estados anímicos y
lograría que su comportamiento fuera el más adecuado para cada
situación. Mientras masticaba la sabrosa goma, pensaba en si el
mundo entero no habría necesitado una gran ración de estos
necesarios chicles. Pero como hombre de balanceos que era, se
preguntaba si ese control dirigido por un factor externo, ese
chicle, no sería una supresión más de la libertad humana. Su
jefe, el que le sugería que no desenterrara viejas leyendas,
podría ser también uno de esos chicles. Pero no. Sólo se trataba
de una cincuentona y esbelta dama curtida en las últimas guerras
del mundo y que siempre, siempre, conseguía que las cosas se
hiciesen como a ella le gustaba.
El mundo unido conmemoró el centenario de la fatídica fecha; 11
de septiembre de 2001. 09/11 para los anglosajones y 11/09 para
los latinos. Max cerró su artículo, y ni en las colonias de
Marte, en las que por las estancias prolongadas de sus
habitantes se leía cualquier cosa escrita en la Tierra, lo
leyeron, y eso que, como su jefe le recomendó, obvió el misterio
de lo sucedido supuestamente en Manhattan ese día.
Los terrícolas vivían en paz desde hacía ya muchos años y lo que
pasó hace cien era cosa de gente primitiva, incivilizada y
prehistórica. Fatigada por tantas divisiones y separada por las
banderas. Eso no iba con la nueva generación.
El periodista disfrutaba también de esos pacíficos tiempos y
también olvidó rápidamente el artículo. Tan sólo el atentado
sería recordado, quizá en el futuro, como el atentado acaecido
en el lugar desde donde el hombre se asomaría al universo a
través de su antigua ventana.
FIN