JARA Y SEDAL |
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por José C. Pérez-Alcalde S |
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Los dinosaurios lo intentaron sin éxito. Esta vez había sido muy diferente. Los pocos que habíamos sobrevivido lo llamábamos “el año de la venganza”, aunque también se conocía como el de la justicia. Simplemente había ocurrido, sin previo aviso y en muy poco tiempo. En aproximadamente dos meses la población mundial se redujo drásticamente, tanto que sólo quedamos unos pocos cientos de miles; nos conocíamos como “los verdes”. Volviendo a nuestros orígenes, como no debía ser de otra forma, nos reunimos para formar la gran comunidad verde en África, al pie del Kilimanjaro, ocupando una, relativamente grande, franja de tierra que comprendía los antiguos parques nacionales Amboseli y Serengueti, en los que fue parte de la frontera entre Kenia y Tanzania. Ahora la otrora reserva animal se había convertido en reserva humana. Las vallas que impedían a los animales salvajes escapar de su parque cumplían un papel inverso, impedían que ellos entraran. Como había sido tónica constante durante la Historia del hombre, siempre se tendía a olvidar lo acontecido y así se repetían los hechos más terribles recurrentemente. Nosotros no lo olvidamos, no podíamos. Todos éramos vegetarianos y utilizábamos algodón para vestirnos. La reserva verde nos surtía de alimentos, de materias primas para confeccionar telas, de agua potable, una presa para producir electricidad… ¿Las causas? Sí, debemos recordar una vez más. Los protagonistas de este hecho sin precedentes fueron loa animales. Todos. Desde los peces hasta las aves, desde los mamíferos hasta los insectos. Pequeños, grandes, voladores, cuadrúpedos, reptiles, bípedos; todos. Ocurrió, sin más, el 14 de febrero de hace ya diecisiete años. Este fue el año de la venganza, el año de la práctica extinción de los humanos. Los animales mataban a las personas, daba igual en la parte del planeta que se encontraran, país, el grupo o la raza a la que pertenecieras. Comenzaron los abrigos de pieles devorando a sus dueños, las ballenas cazando a los marinos, las aves a los cazadores, los toros a los toreros, y así toda la fauna del planeta. Vacas, gallinas y pollos, cerdos, cabras, ovejas, calamares, atunes, cucarachas, mosquitos, murciélagos y toda una interminable lista unida desde la época de los dinosaurios, aunque en aquella ocasión perdieran la batalla y fue la raza humana, la que logró evolucionar tanto hasta nuestros días. Dentro de otros sesenta millones de años se sabrá cuál fue el devenir de la vida en la Tierra, de los animales y de los humanos. Lo único que puedo decir es que desde aquel fatídico día de la venganza hay una ley que rige nuestra comunidad: PROHIBIDO CAZAR Y PESCAR.
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José C. Pérez-Alcalde S. |
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