A ti,
que me levantas
la falda
del olvido
aunque esta
primavera caprichosa
aún traiga
cenizas de frío.
A ti,
que me muerdes
en los pechos
del recuerdo
aunque a veces
este húmeda de hastío.
A ti,
que me llenas
las sábanas
de sudor y
de nostalgia,
de saliva y
y de gritos,
aunque a veces
las lave
con olvido.
A ti,
que me abrazas
con tu lengua y
me desordenas la pasión.
Y a ti,
que tu savia
me enriquece
y,
(que complicado final
tan sencillo)
que tu sonrisa
me enloquece.