La
bicicleta
era roja y no
tenía frenos.
Una BH
con muchos
desconchones
en su cuerpo
(como los de
una
pared
mordida).
La bicicleta
era de tamaño
mediano y la
compartíamos
cinco
hermanos
(desde los 4
a
los 12 años).
Era cuestión
de
adaptarse:
o ibas
sentado
o de pie.
Cuando
teníamos
que frenar
metíamos el
pie en la
rueda
delantera
(creo que las
suelas
de los
zapatos
Gorila, las
hacían
pensando en
nosotros).
Hoy,
en este
pueblo
de playa,
mientras
volvía
del mercado
y en una bici
último
modelo,
he recordado
la BH roja y
sin frenos.
Y, sonriendo,
he metido el
pie en la
rueda.
Deberíamos
aprender
de nuevo
a ser niños,
le he dicho
al
señor que me
ha ayudado.
Así no nos
caeríamos.
Yolanda
Sáenz de Tejada
Abril 2010
https://yolandasaenzdetejada.blogspot.com/
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