latierradenuevo

Por  Yolanda Sáenz de Tejada

 

Ya sabéis que a veces ocurre.

Que vomitas verdades y mentiras para devolverle a tu corteza, por fin, la paz.

La tierra, eso es ella, la chica que ahora se frota con lejía los besos que no volverán y las uñas que no apretarán sus piernas.

Y se frota tan fuerte que, de nuevo, abre su pecho y su sonrisa.

Ella, que como la tierra, está formada por placas que flotan y que se arrastran sobre su manto. Ella, que sus lunares son el material caliente y pastoso que, por fin, junto con el nombre que comienza a olvidar, huyen por una grieta formando volcanes.

Volcanes que la vuelven a hacer arder…

Ella es la chica de este poema. La que le grita a la luna que vuelva a salir para tomarla junto a alguien que la invade de nuevo.

 

 

 

Pues yo ya no soy copiloto de tu amor...

NOSOTRASH

 

Ardiente,

como el olor a

pan recién

nacido

o el brasero

de picón

en invierno

(esa estación que

últimamente me

desnuda).

 

Dulce,

como la primera

vez que te vi

atravesando el

aire y

la gente

para conocerme,

o  como la nata

que mi primer novio

me dejaba probar

en su dedo.

 

Y firme,

como la hierba que

se obstina

con el árbol

de la esperanza

(esa que  me

crece en las

entrañas),

o como tu voz

cuando no  

quiere colgar la

llamada que

nunca espero

(sin atreverse,

aún,

 a decirme

te quiero).

 

Así,

adorable extraño,

te has ido

instalando en mis

días y

en mis pestañas

y ahora

no quiero

expulsarte.

Ahora

necesito que sigas

lamiendo

mi sangre

de loba

(por el amor)

herida. 

 

     Yolanda Sáenz de Tejada

Abril 2011

 

https://yolandasaenzdetejada.blogspot.com/

 

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