Cruce de caminos. Por José Fernández Belmonte

Del cielo cae plomo. Lo hace sin que nos demos cuenta. De manera silenciosa. Conquistando cada metro cúbico del aire que nos rodea y con licencia para la nostalgia.
Víctima de su invisible y sigilosa influencia, entro en YouTube convertido en un yonqui que necesita de un chute a modo de bálsamo de Fierabrás. De ese infinito oráculo saco canciones que hacen brotar de mis ojos lágrimas de cocodrilo desdentado. Todo lo que acierto a escuchar son canciones caducas, de situaciones pretéritas y de cantantes que están más obsoletos que la momia de Lenin.
Hoy lloro, irremediablemente, entre las vías de dos trenes en marcha. Siento el vértigo de un alpinista novato en las Paredes de Leiva preguntándose colgado en medio de la nada: ¿qué coño hago yo aquí?
Un tren viene y otro se va. Vidas que se cruzan sin apenas tiempo para saludarse. Principio y fin. Todo y nada.
Ayer la descongelación fue bien. El nitrógeno líquido acunó, con la profesionalidad de una nurse francesa de alta cuna, a nuestros dos embriones. Al rápido y al lento. Al primerizo y al rezagado.
Ahora uno y otro han pasado a través de una cánula a la cámara secreta de la vida.
También ayer sonó el teléfono, a sabiendas de que esa llamada sería la llamada que por nada del mundo deseaba recibir y menos en la víspera de un día tan importante.
El tren de la vida de mi madre que se marcha acelera su ritmo. Impasible ante el tren que anuncia su llegada al andén de la vida. Sordo. Frío. Imparable.
La transferencia ha sido un éxito. La música del dominicano Juan Luis Guerra, que es todo corazón, sonaba de fondo. Mi mano agarraba a la de mi esposa. La cánula se abría paso por su cuerpo. Emilio, nuestro biologo-dios, trajo la jeringa cargada con dos pequeñas gotas de vida. En la pantalla en blanco y negro se quedan reflejadas dos pequeñas manchas luminosas. Luces que se encienden y luces que se apagan. Vida, al fin y al cabo, abriéndose camino entre campanas de réquiem.

José Fernández Belmonte
Blog del autor

10 comentarios:

  1. Elena Marqués

    Qué hermosa reflexión sobre la vida. Cuántas cosas contrarias ocurren en un mismo segundo. Podrá decirse que, cuando una puerta se cierra, se abre una ventana, y cuando una luz se extingue dos pequeñas lamparitas empiezan a titilar. Estar un rato en un hospital te alumbra sobre esto. Y creo que tú lo has visto y vivido.
    Un abrazo, José.

  2. Muchas gracias Juan Manuel, de todo corazón.

  3. Cecilia Godínez

    Un día de alegría y un día de tristeza, una vida se podría estar iniciando y una vida se podría estar apagando. Este es el mundo en que vivimos, lamentablemente no podemos detener el tiempo, pero si se puede detener los recuerdo que han dado vida a nuestro existir. La vida es un cruce de caminos unos dan vida y otros se apagan. Mucho ánimo todavía el tren de la vida no se apagado.

  4. Pepe el paso del tiempo de forma inexorable…. ayer andando por una estrecha cera…..atardeciendo, hube de abandanarla para dar paso a una joven madre con un carricoche y otro vástago a pie; me pidió disculpas»vd. Perdone…» por ocupar toda la acera y recriminó a su hijo andante «nene deja pasar….» yo ocupaba mi mente entre agenda, datos…..por un momento me paralice en medio de la calle, y pensé que me habian hablado de vd. Que mientras yo ando en las boragine de la rutina el tiempo me come poco a poco……

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