Insania
Cuando la inesperada brisa estiva acariciaba mi pelo,
dos almas que vagaban perdidas concluían su anhelo.
Viaje absoluto no exento de imprevistos,
rincón sagrado y salaz de inquebrantables obeliscos.
Te vi, y después me viste,
nos vimos, y ya no pudimos dejar de mirarnos.
Vehemente y primorosa visión prohibida,
agreste y montaraz, cual calígine perdida.
Impregnado de ti por sutil e insólita fragancia,
no deseo liberarme en placentera penitencia.
Solemnes y célibes pasadizos, por el profeta bendecidos;
eslava beldad desatada, entre pensamientos incomprendidos.
Fulminante visión nocturna, desconcertante mañana oscura.
Te esperaré en mi gélido andén de soledad, con partida hacia la locura.
06.2016
José Ramón Turpín Tomás