Juan Eduardo Cirlot, «El peor de los dragones». Por Arturo Tendero

Juan Eduardo Cirlot

JUAN EDUARDO CIRLOT

El peor de los dragones. Antología poética 1943-1973
Edición de Elena Medel
Siruela, Madrid, 2016

El poeta «no es otra cosa que el exhumador de un mundo antes irredento».Juan Eduardo Cirlot El peor de los dragones. Por Arturo Tendero
Me sale al encuentro el libro desde del estante de la Librería Popular. Juan Eduardo Cirlot regresa en esta antología poética que, con criterio cronológico, ha preparado Elena Medel. La editora advierte que ha tenido que forzar la selección porque Cirlot no escribía poemas sueltos, sino ciclos de poemas en los que los textos dialogaban entre sí. También que el antologado hubiera protestado, como hizo con Leopoldo Azancot, por ver mezclados poemas que él consideraba tradicionales con otros más experimentales. Y añade que tenemos que sortear el doble prejuicio que lo encasilla como autor maldito y difícil. Es verdad que sus experimentos, que Cirlot bautizó como técnica permutatoria, sobre todo los inspirados en la música dodecafónica de Schönberg, estiran tanto el lenguaje que acaban siendo balbuceos y frases que se niegan a sí mismas. Pero también que el barcelonés (1916-1973) fue un poeta irrepetible, probablemente el más visionario que ha tenido la literatura española. Persiguiendo sus corazonadas arqueológicas y sus mitomanías cinematográficas, fue capaz de alejarse de las orillas conocidas y arriesgar su escritura en pos de lo inefable: «lo maldito nos pide que le abramos / las puertas». Y alcanzó un lugar cristalizado, que no envejece y que nos sigue estremeciendo: «Nunca seré del tiempo, aunque en el tiempo viva». Sus endecasílabos siguen latiendo impertérritos: «sobre el bárbaro hervor del mar lejano», o «la noche me comprende y yo la escucho», o «yo suelo dar limosna a los más ricos». Pero también sus aforismos, de los que Medel ha escogido un ramillete, conectan con sus famosos diccionarios de ismos y de signos: «la belleza es la ilusión de la trascendencia» o «hay que estar en algo sin perder el todo». Y aunque según Medel fuera un poeta de ciclos de poemas, encontramos un amplio puñado de piezas que siguen vibrando para la posteridad, como «Momento», como «Cartas sobre mis cosas» o como el ya citado «El poeta»: «Ha aprendido, sufriendo, fórmulas mágicas que los otros desconocen… (…) Así, hasta que toda la tierra se convierte en eco».

Arturo Tendero

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