La Rosa del Desierto: Parte 4 – La Leyenda

Sting (with Cheb Mami)- Desert Rose

Los desiertos son misteriosos, esos horizontes que se dibujan detrás de los médanos, parecen vacíos y pacíficos a simple vista, pero en realidad esconden a  fantasmas que repiten los ecos de la muerte y a hombres que aún no nacen, pero cuyo destino está escrito desde hace siglos, sombras del pasado y del futuro que hablan de guerras y amores.

Historias que ya nadie sabe si realmente fueron más que historias tristes o alegres, escritas y contadas para dar esperanzas a los débiles o para horrorizar a los fuertes, leyendas más que historias.

Si, los desiertos estás llenos de leyendas, tanto como están llenos de estrellas.

Una de esas leyendas me despojó de todo.

Una de esas leyendas pulverizó mi cuerpo, y ese polvo se confundió con la arena.

Desde niño escuché de mil formas diferentes la Leyenda de la Rosa del Desierto. En la mayoría de las versiones, la Rosa era blanca, con uno de sus pétalos transparentes, estaba encantada con magia, magia pura que le daba el poder de llenar los 7 desiertos (que alguna vez formaron el Desierto Único) de vegetación y cascadas, que refrescarían para siempre el calor infernal que tortura a todos los hombres y animales de estos países.

Pero había otra versión, una que sólo unos pocos conocían y muchos menos compartían, esa que escuché demasiado tarde, la que cuenta que la Rosa estaba de hecho maldita, era roja como la sangre y sus pétalos delicados eran resguardados por espinas más fuertes que el hierro. La poderosa flor, condenaba a los hombres que la tocaban a caer sin esperanza en el más obsesivo y destructivo de los amores, el amor eterno a una mujer que realmente no existía, que era un espejismo creado por la sed eterna del Desierto Único.

Como toda leyenda, no puede creerse del todo, los años confunden a las verdades con las mentiras y exageraciones, pero yo llevo 100 años vagando en el desierto, hablando de guerras, amores y tesoros perdidos, durmiendo a través de pesadillas que me guían a la Rosa del Desierto, esa que está enredada en el cabello de la mujer a la que amaré hasta el final de mi vida y hasta el final de mi muerte, la mujer a la que buscaré más allá de mis días en esta tierra, que antes de que me de cuenta, va a terminar de tragarme.

(Cuento basado en la canción “Desert Rose” de Sting)

Norelliale

2 comentarios:

  1. El desierto es algo fascinante al igual que la magia de tu relato.

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