Solo tu boca. Por María Dolores Almeyda

Se han movido los cimientos de la tierra, los ríos se han partido en cientos de afluentes y han corrido buscando vertientes efímeras y lejanas y se han tragado el fuego los volcanes y han eructado espumas las gaviotas. Se han perdido cosechas importantes, han quedado expuestas las miserias de las minas, la noche se ha precipitado sobre el mundo y las montañas de rocas han escupido piedras. Todo ha quedado reducido a escombros.

Solo tu boca se salvó de la barbarie.

Corrimos despavoridos como locos buscando la salida. Las puertas se cerraron, la gente se pisaba enloquecida, los más malos juraban por sus muertos, meteoros salvajes, flechas envenenadas, idearios destrozados bajo bancos de cenizas, luciérnagas sin luces y flautas sin sonido, caracolas sin brisa, palabras como gritos, semáforos groseros y rayas amarillas. Escombros, más escombros y montones de muertos. Estiletes en las uñas y miedo en el asfalto. El mundo es un problema sin solución alguna. Las estatuas destrozan sus peanas, el caballo monta a su jinete y el cielo se pone boca abajo y escupe sobre el mundo y nos ensucia. Y cuando preguntamos nos responde con monedas manchadas. Y quien sabe la respuesta se la calla, quien no la sabe miente y habla, pero nada se ha salvado de la ruina. La tierra es un lugar inhabitable y hueco.

Todo ha quedado reducido a tu boca.


María Dolores Almeyda

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