Noticias del frente. Por Ana Gerberof

Noticias del frente

«Está dentro de mis cálculos que se sorprenda al recibir esta carta. Aunque también está dentro de mis cálculos que quizás nunca llegue a leerla. No he encontrado otra forma de ponerme en contacto con usted; se han cortado los suministros en su zona y no creo que tenga ya ni correo electrónico ni un móvil con batería. Es posible que el servicio de distribución del correo postal ya no exista allí. Solo los que vivimos aquí, en el este, continuamos conectados al sistema, y, aun así, le confieso que no funciona del todo bien. Digamos que envío un mensaje en una botella y que la lanzo al mar. Aun así, deseo que le llegue.

Ayer Vasily salió en un vehículo de exploración en la zona norte y, aparentemente, un grupo de rebeldes había colocado explosivos en el puente que cruza el río Kario. Nos dijeron que no había supervivientes. Nunca sabemos a ciencia cierta qué está ocurriendo. No se imagina lo extraño que es todo aquí, tanto que nunca estamos seguros de nada. A veces creo que los rebeldes no existen o que, incluso, los otros nos consideran «los rebeldes».

Su hijo y yo nos hemos hecho, o nos hicimos, muy amigos durante estos últimos años y siempre hablaba de su casa, un poco como hacemos todos, y de usted, sobre todo, de su empeño por seguir allí. Habíamos acordado que, si a alguno de nosotros le pasaba algo, el otro avisaría a la familia. Me ha tocado a mí. Hubiera ido personalmente, pero bien sabe que es casi imposible salir de aquí. No sé si esto la aliviará, pero quería explicarle que estos años no han sido del todo malos. Dentro de esta rutina absurda de la que no podemos escapar, tenemos nuestros momentos de casi felicidad. Usted lo comprenderá bien porque también los tendrá, aunque esté sola en una ciudad destruida, ¿verdad? A veces es el sol en un día helado; otras, una flor que crece contra todo pronóstico; y otras, la charla íntima, esas auténticas, con un amigo, como las mías con Vasily. Incluso tenemos, o teníamos, una mascota, un gato que habíamos encontrado vagando hambriento por una de las zonas deshabitadas. Se llama Misha, así le puso su hijo en honor al gato que tenían ustedes cuando él era pequeño.

Siento darle la noticia así por carta, pero ya sabe… Le adjunto con esta carta una foto que nos sacamos con Misha para que tenga un recuerdo de nuestros días felices».

Anna dejó la carta sobre la mesa y se quedó con la fotografía en la mano. Le pareció oír la puerta abrirse y corrió, como no había hecho en años; presintió que era él, que era Vasily que, por fin, había conseguido volver.

Ana Gerberof

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Un comentario:

  1. Elena Marqués

    Me ha gustado mucho tu narración. Cuentas mucho en poco espacio, con acierto y levantándonos la piel como si recibiéramos una andanada de disparos.
    Un abrazo.

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