Con su asma el otoño vibró en tu ventana
¿cómo suena el viento en Castilla y León?
¿Acaso la noche ya inmensa y temprana
ovilla la tarde como cosa vana
y empieza a dormirse sobre tu balcón?
Un pájaro insomne me ha dicho hace un rato
que estuviste triste, sin ganas de hablar,
y que en tu alegría se ha formado un hiato
y como princesa que espera el zapato
tuviste un instante cercano al llorar.
Me ha dicho ese ave que el Duero intranquilo
rallentó su cauce, preguntó por ti;
melodiosos grillos fueron con sigilo
a velar tu sueño: sábanas de hilo,
lágrima en tu boca color carmesí.
Dicen malas lenguas que hasta alguna estrella
tuvo la ocurrencia de querer llegar
hasta tu morada y, al verte tan bella,
rauda como un rayo, como una centella,
volvióse en sus pasos, decidió marchar.
Me pregunto entonces si estando tan lejos,
en mi Buenos Aires, podré yo acudir,
Raquel, a tu mundo repleto de espejos,
donde rondan almas de los vates viejos
que buscan tus versos para no morir.
Me inquiero si acaso mi amiga la luna
me preste su brazo de color marfil
pueda yo allegarme, tenga la fortuna,
de rozar tu pelo -caricia oportuna
como la fragancia de una flor de abril-.
O tal vez la brisa que regala el Plata
me monte en su lomo, me lleve a volar
y así en este ocaso color escarlata
teniendo en mi mente tus ojos de gata
con un gran esfuerzo yo pueda llegar.
Pero se hace tarde ya aquí en Buenos Aires
y toda esperanza comienzo a perder,
no bastan mi esmero, mis grandes donaires
y siento en mi pecho los duros desaires
de esta lejanía que no quiero ver.
Mas, como un milagro, ya un caballo alado
su crin golpetea sobre el ventanal,
me dice: “poeta… torpe, acongojado,
¿acaso no quieres estar a su lado?
súbete y no temas, deja tu fangal”
Volamos, entonces, la noche infinita,
llego a tu Castilla, ya va amanecer,
pienso en esta historia que está siendo escrita,
acaso mañana la prensa maldita
titule: “Galliano llegó a enloquecer”
Pero lo que digan no es asunto mío,
Raquel, tú lo sabes, diles por favor
que aunque no me crean cabalgué el vacío
y cual personaje de Rubén Darío
posaré en tus labios mi beso de amor.
Marcelo Galliano
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