Un orujo, por favor. Por Anna Genovés

Buenas noches, amigos. He cambiado el rostro del blog: os invito a visitarlo. El caso es que, repasando cómo quedaban las entradas, leí este microtexto que escribí en el 2012 y que encierra una pizquita de ese humor que recogía la picaresca de antaño. Así que me he dicho a mí misma: «¡Hala! Déjalo en Canal Literatura, que seguro se ríen un rato!». ¡Feliz descanso! Un abrazo.

Whisky

Un orujo, por favor

Diluido en alcohol, el hombre mira a la mujer de enfrente…

Prietas sus carnes de abundancias generosas; labios voluptuosos y caderas generosas. No sabe que podría ser suya por bien poco. Es una mujer de esas que se venden a todos.

Empapado en orujo y güisqui, la ve envuelta en terciopelos finos y cachemires de buen ver… cuando sus mallas, casi transparentes, las ha comprando en los chinos de todo a diez y su suéter en Saldos de segunda mano para ella y para él.

Su cabello es dorado como el oro barato de un negro que garabatea un Picasso de la etapa de Isidre Nonell. Pero él lo ve hermoso, esponjoso y brillante; lavado con champú Kerastase y acicalado con Bulgari de Té. No sabe, el bueno del caballero, que aclaró su melena con gel marca blanca y que utilizó como perfume una colonia imitación a Chanel n.º 6.

La cortesana es un arma de doble filo para hombres con presbicia y cabellos exiguos; ríe, picarona, y entre sus dientes asoman varios huecos. Él ni los ve. «Sonrisa espléndida para una mujer de bien», piensa.

Y así, entre miradas y contoneos, salen cogidos del brazo y se van a un lugar secreto. Él piensa que están en una suite del Ritz, cuando es un cuartucho de alquiler.

La hembra va directa al grano, se desnuda entre sortilegios y engaños que el hombre transforma en sinuosas caricias y ternura por doquier.

¡Ay! Pero, en el momento álgido del encuentro furtivo, la mujer gime de placer mientras el hombre, pistola en mano, tiene un gatillazo que lo deja fundido. Ella se consuela con un artilugio de látex. Él ni mira lo que hace. Y, seguido, se toma otro orujo con miel.

La niñez, la juventud, la madurez y lo que viene después…

©Anna Genovés

2012

Puedes seguirme desde mi blog Memoria perdida

anna

Valenciana de nacimiento y ecuménica de pensamiento. Tengo alma de poeta y mi corazón está tuerto. Funambulista de la vida, mis ojos ha visto innumerables historias y mis dedos han tecleado todo tipo de cuentos... Tantos como años tiene Caronte. Soy disléxica y disgráfica como John Irving, Roberto Bolaño, Wendy Wasserstein o Scott Fitzgerald... Y, millones de personas, a las que les cuesta aprender idiomas o confunden, por ejemplo, "niño" con "nicho". Pese a ello, tuve la suerte de ir a la universidad y licenciarme en Historia Antigua y Arqueología/Prehistoria. Colaboro en distintos medios digitales. Escribo cuando me inspiro y soy bloquera a ratos. He publicado dos novelas: Tinta amarga y Bovary 21. Habrá más: os lo aseguro. Van rulando por los cajones y me piden salir a la luz.

Un comentario:

  1. Como el orujo es este microtexto sí. Mezcla del sarcasmo de muchas realidades edulcoradas a golpe de fragilidad humana.

    No dejas nunca indiferente Anna. Y enhorabuena por el blog porque me encanta en diseño y contenido.

    Un abrazo.

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