Cosas que pasan
El futuro se nos ha caído encima hecho pedazos.
Don DeLillo
Mientras tomamos un café, mi madre, mujer nacida en los años treinta, con una guerra y una posguerra a sus espaldas, y unos estudios recortados por la necesidad, dice no entender a esta generación. Mi madre, pese a las dificultades de unos ojos que van perdiendo visión a marchas forzadas, lee, y lee mucho. Y, aunque nunca ha sido una gran aficionada a la música, sabe perfectamente quién es Bob Dylan, incluso disfruta con él. Esta mujer, con un buen puñado de hijos y de historias a la espalda, cree que nos complicamos mucho la vida, más de lo que nos interesa y nos conviene, porque, encima, esas complicaciones con las que nos emperramos son lo suficientemente estúpidas como para avergonzarnos en cuanto nos salen por la boca y entran por los oídos de aquellos que saben lo que son las penurias económicas y morales. Por eso, cuando le cuento que la polémica de la semana es el premio Nobel de literatura, chista la lengua y mueve la cabeza en un gesto para indicarme que menuda tontería le estoy contando. Remueve la taza con calma, dice que la leche está demasiado caliente y mientras espera que se enfríe un poco, como el que no quiere la cosa, apunta que las cosas son lo que son, aunque las llamemos de cualquier otra manera, y que el único premio que al final cuenta es haber vivido sin perder el tiempo en estupideces, disfrutando de lo que a uno le gusta, sea con premio o sin él. Y si no que se lo pregunten a Don DeLillo, incluso al propio Bob Dylan.
Anita Noire
Una mujer sabia, tu madre.
Un abrazo para cada una.