Espíritu precursor. Por José Ramón Turpín Tomás

Desde aquel vetusto y lujoso hotel, el feliz viajero, amnésico de irreparables errores pasados, escribía mientras escuchaba y disfrutaba de la música; la pureza y majestuosidad del mar le avisaban del error que supondría su partida, pero la inquietud por conocer más y mejores lugares le llevó a dejar el bolígrafo, pagar el alojamiento e iniciar la marcha.

Cuando aquel gran árbol de glauco rostro te miraba, no pensó en que algún día sería talado. Descubrió el significado de la libertad; sin embargo, tan sólo esperaba de ti una simple mirada. Fue entonces, y sin sentirse insignificante, cuando recordó que él no era como tú, que él era un árbol y tú tan sólo un ser al que llamaban humano.

Sentado, tomando una copa y esperando a un enorme pájaro de metal que por lo visto se retrasaba, decidió descolgar de su espalda una bonita guitarra y ensayar unos acordes que no hacía mucho había aprendido de oídas; una joven y hermosa extranjera se sentó junto a su mochila, dejó de escuchar su música, y con deliciosa educación preguntó si viajaba sólo. Él asintió con su cabeza, al tiempo que celebraba el acierto de aquella gran pregunta. Dijo que sí, pero que su música le acompañaba.

Mientras la miraba, surgió el más bello de los acordes; procurando prolongar aquel momento, la invitó a una cerveza…

Afortunadamente aquel viaje nunca terminaría…

Espíritu

14-04-2006

José Ramón Turpín Tomás

 

 

TurtleMan

Amante incondicional de la literatura y la biología. Cuando mi pensamiento se convierte en vibrante expresión, nace mi poesía como explosión fluvial en el desierto.

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