Funny Girl. Por Anita Noire

Funny Girl

«Estaba tan cansada que me entró la risa, con lo que se enojó aún más. Violación estatutaria. Me asaltan visiones de Pigmalión o algún italiano violando la Pietà.
LUCIA BERLIN, A ver esa sonrisa

 

La primera luz se cuela por el estor de la habitación. Llevas un tiempo con los ojos abiertos, no puedes dormir pero necesitas descansar y te esfuerzas por mantenerte en la cama, por no moverte demasiado y esperar a que con un poco de suerte, aunque sea por un rato corto, puedas volver a conciliar el sueño y que el domingo sea un domingo de verdad, desde primera hora. Pero van pasando los minutos, que no sabes si son muchos o pocos, y sigues esperando. Esperando y desesperando pero en la cama, con la colcha cubriéndote hasta el mentón y la mano sujetándola fuerte para que se mantenga ahí. Todo se mueve despacio. Desde la cama el futuro es inmediato y sin ninguna expectativa. Cierras los ojos y aflojas la respiración, imitando el dormir inicial, pero sabes que es mentira y la cabeza se te va, vuela sola hacia las cosas del día a día, y te das cuenta de eso, de lo poco que queda en la imaginación y de las escasa ganas que te quedan de tocarte aunque sea solo por reconocerte el cuerpo. Te preguntas en qué momento la rutina se comió el mundo de las ideas y cuándo se empezaron a borrar las cuatro cosas que servían para escapar sin mover un dedo. Miras el reloj y sigues con los ojos el filo de luz que ahora ya atraviesa el cuarto. Alguien olvidó quitar la alarma al despertador, aunque no sabes si es en el segundo o tal vez en el tercero. Una cisterna se vacía al ritmo de una tos bronca. Quedan muy pocos domingos de verdad para nadie.

Anita Noire

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