La vie en rose. Por Anita Noire

 

La vie en rose

 

la vie en rose

Este texto no contiene nada excepcional. En realidad, ninguno de los que por aquí se publican lo tiene. Pero con éste, por ser el último del año, debería de haberme esforzado un poco para intentar cerrar el ciclo con algo que estuviera bien.

Me gusta cerrar las cosas de la mejor manera posible, aunque no siempre es posible por mucho empeño que se le ponga. Nadie está a salvo de cierres estrepitosos, escandalosos, poco adecuados, precipitados, en exceso desnortados. Pero, aunque la realidad sea tozuda y con cierta tendencia a desmadrarse, intentar evitar los cierres desairados nunca está de más aunque para ello haya que retorcer la fortuna hasta extremos casi calamitosos. Me gustan las cosas que acaban bien, los finales afortunados que dejan de lado la mala leche; los finales que suavizan los fracasos anunciados y que se alejan del resentimiento que, en el peor de los casos, deja la decepción.

Pero este año acaba mal. Socialmente mal, políticamente fatal y humanamente bastante regulero. El desliz que supone el fin de año se convierte, por pura necesidad, en una partícula de mínima esperanza en un mañana que se adivina espeso y distante. Sin embargo, toca despedirse del puñado de días que nos ha traído hasta aquí, en la confianza de que la vida seguirá fluyendo, con la esperanza de que no nos castigará demasiado por lo imbéciles que somos a veces, y acariciando el íntimo deseo de que los días que tienen que venir sean lo suficientemente amables como para que cuando vuelvan, en forma de recuerdo, nos hagan sonreír.

Feliz año nuevo.

Anita Noire

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